sábado, diciembre 31, 2016

VIDA INTERIOR/160: OH SÍ, FELIZ AÑO NUEVO

¿Quién de nosotros no tiene una vida interior muy grande? ¿Y qué poeta no nos la cuenta una y otra vez? En esta sección mi alma se desnudará. Incluso he comprado una nueva para tenerla más grande. Porque, en el fondo, yo también quiero ser  feliz.

Feliz 2017.
Queda un año menos de vida.

martes, diciembre 27, 2016

VIDA INTERIOR/159: LA BELLEZA Y LA PALABRA (o sea, yo)

¿Quién de nosotros no tiene una vida interior muy grande? ¿Y qué poeta no nos la cuenta una y otra vez? En esta sección mi alma se desnudará. Incluso he comprado una nueva para tenerla más grande. Porque, en el fondo, yo también quiero ser  feliz.

Básicamente, y a pesar de ser yo, soy una persona modesta. Podría llenar esta página de elogios merecidos e incluso inmerecidos hacia mi persona. Pero no lo haré. Solo les dejaré que me vean y escuchen.

No sé qué destaca más si mi arrebatadora belleza o mi sublime elocuencia.
Soy el Kant español...Perdón, perdón.
El Kant de todos y todas los y las ciudadanas y ciudadanos del estado español.


domingo, diciembre 25, 2016

FELIZ NAVIDAD FILOSÓFICA

¡¡Feliz Navidad Mundo de las Ideas!!
¡¡Feliz Navidad Primer Motor Inmóvil!!
¡¡Feliz Navidad Cogito!!
¡¡Feliz Navidad Imperativo Categórico!!
¡¡Feliz Navidad Fetichismo de la Mercancía!!

Y... a pesar del Partido Popular que odia la Filosofía:
¡¡¡¡FELIZ NAVIDAD PENSAMIENTO CRÍTICO Y AUTÓNOMO!!!

Y para que esto sea posible, ayúdanos firmando aquí.
#SalvemosLaFilosofía



sábado, diciembre 24, 2016

VIDA INTERIOR/158: FELIZ NAVIDAD

¿Quién de nosotros no tiene una vida interior muy grande? ¿Y qué poeta no nos la cuenta una y otra vez? En esta sección mi alma se desnudará. Incluso he comprado una nueva para tenerla más grande. Porque, en el fondo, yo también quiero ser  feliz.

Ah sí, que Feliz Navidad.

 

jueves, diciembre 22, 2016

ÚLTIMA HORA:
LA ASAMBLEA DE MADRID APRUEBA QUE ÉTICA E HISTORIA DE LA FILOSOFÍA SEAN MATERIAS OBLIGATORIAS.

Otra vez, ya lo hizo el 22 de septiembre, la Asamblea de la Comunidad de Madrid ha aprobado por mayoría absoluta que Ética e Historia de la Filosofía sean materias obligatorias en 4º de ESO y 2º de Bachillerato.

Otra vez solo votó en contra el PP.

Es una Proposición No de Ley y por tanto no vinculante.

Ustedes me perdonaran que no haga comentarios. Pero, en breve más.

sábado, diciembre 17, 2016

LUCHANDO EN LA ASAMBLEA DE MADRID

El próximo jueves 22 de diciembre, el PSOE presenta en el Pleno de la Asamblea de Madrid una Proposición No de Ley (PNL) para que Ética e Historia de la Filosofía sean materias de libre configuración autonómicas, comunes y obligatorias en 4º de ESO y 2º de Bachillerato.

Ya ganamos por mayoría absoluta una Resolución en la propia Asamblea, el pasado 22 de septiembre con el voto favorable de PSOE, Podemos y Ciudadanos,y ahora volvemos a la lucha por la presencia de la Filosofía en la escuela.

 Luche con nosotros y firme porque la Filosofía esté en la Educación. 

#SalvemoslaFilosofía



lunes, diciembre 12, 2016

¿POR QUÉ LA CLASE TRABAJADORA VOTA POR LA EXTREMA DERECHA?/ y 2

En el artículo anterior, desarrollábamos cómo había cambiado la clase trabajadora desde el Capitalismo Clásico al Nuevo Capitalismo. Explicábamos allí que este cambio había producido una nueva clase social atomizada en sus intereses socioeconómicos y, frente al trabajador/proletario de la época clásica, un nuevo sujeto productivo: el consumidor. Toca ahora, tras el análisis anterior, ver cómo la izquierda respondió a este proceso.  

Empecemos este análisis.

También a partir de los años 70 del pasado siglo, la izquierda fue inclinándose progresivamente hacia los grupos llamados minorías. Estos serían el feminismo, el ecologismo, los inmigrantes, los homosexuales, etc. Se hizo, pensando en ellos, un discurso donde se pretendía que la izquierda, una vez conquistada la clase obrera, se convirtiera también en dominante dentro de estos colectivos. Así, la izquierda se volvió feminista luchando contra el heteropatriarcado -sea lo que sea eso-, exigió ser ecologista y verde, recogió las reivindicaciones de los grupos inmigrantes, estableció puntos en común con los colectivos homosexuales y atendió a todas las minorías luchando por sus derechos. Indudablemente, esto fue una labor necesaria por su parte, pues los derechos civiles son parte fundamental del discurso progresista. Pero el conflicto vino cuando este discurso se convirtió en el hegemónico de la izquierda olvidando así a la clase obrera como tal y dejándola huérfana de un referente intelectual.

De repente, la clase trabajadora afectada por el auge del Nuevo Capitalismo y con él de su crisis como clase fundamental del sistema productivo, veía que las cuotas femeninas en los consejos de dirección de la empresas eran más importantes que, por ejemplo, las cuotas de acuerdo al origen social, curiosamente inexistentes y que nadie defiende, o que los inmigrantes acaparaban las ayudas y servicios sociales sociales frente a sus familias, o reventaban las condiciones laborales en ciertos sectores al trabajar en cualquier condición. Y lo que importa aquí no es si esto era cierto o no con los datos macroestadísticos, sino que la percepción, y con ella el discurso hegemónico, se percibía así por parte de la clase trabajadora. Y ahí comienza, a su vez, la percepción social de abandono.    

Mientras la clase obrera creía percibir, por ejemplo, que la llegada masiva de inmigrantes producía una perjuicio en sus condiciones de trabajo y laborales pues competían como mano de obra más barata, la izquierda nunca fue capaz ni tan siquiera de hablar de eso sino de mantenerse en la defensa de los derechos colectivos de las minorías y no hablar para nada, tal vez por no saber qué decir, en cuanto a los derechos que comenzaban a perderse para las mayorías: como mucho citó pedantemente el llamado “multiculturalismo” –sea lo que sea eso-. De este modo, la clase obrera se fue sintiendo poco a poco olvidada en el discurso y arrinconada en la práctica social,  puesto que  las políticas promovidas por la izquierda parecían solo tener sentido para los grupos minoritarios. Así la clase obrera, que era una clase tradicional y esto es muy importante no olvidarlo, se sintió huérfana del referente social que hasta entonces había tenido lo cual, unido al problema de la heterogeneidad anteriormente citado, la convirtió en un grupo  social sin rumbo y sin nadie que fuera capaz de comprender sus intereses o hacerselos comprender a esa misma clase. La condición social de trabajador, que la izquierda había identificado en el discurso con la de revolucionario, pasó a segundo o tercer término frente a los nuevos referentes de izquierdas en el discurso: había que ser multicultural, feminista, ecologista y demás. Y no había que ser “maruja”, que curiosamente era la burla clasista de las mujeres tradicionales de la clase obrera.

Como consecuencia de todo esto, el movimiento feminista, el ecologista, los colectivos homosexuales o los colectivos de inmigrantes reconocían, como tales sujetos colectivos, cuál era su referente social y por lo tanto apoyaban a los movimientos de izquierdas como su defensa frente al modelo tradicional y conservador de la derecha. Sin embargo, la clase obrera, abocada ahora a peores condiciones laborales, a una precarización sin comparación en el pasado inmediato y a observar como sus hijos iban a tener peores condiciones que ellos mismos, no encontraba referente alguno que defendiera sus derechos y que les dijera en primer lugar qué estaba ocurriendo y en segundo lugar les propusiera una serie de medidas para atajar la situación. De hecho, la izquierda se volvió feminista, ecológica, negadora del heteropatriarcado, favorable a la multiculturalidad, partidaria de la autodeterminación de los pueblos oprimidos por los estados centrales, y un montón de cosas más a costa de olvidar en su discurso las condiciones socioeconómicas de la clase trabajadora de las cuales nunca hablaba.

De esta forma, la crisis que sufrió la clase trabajadora en su conjunto no fue respondida en absoluto por los movimientos de izquierdas que habían pasado de ser partidos políticos de la clase trabajadora a reconvertirse en movimientos sociales de reivindicación de minorías. A ojos de la clase trabajadora, y tal vez objetivamente, los partidos políticos de izquierdas habían dejado dejaron de ser partidos políticos de clase para convertirse en voluntariosas ONGs.

Y ese fue el hueco que vio la extrema derecha para introducirse. A través de un discurso muy simplista, pero respondiendo a todas y cada una de las preguntas e inquietudes de la clase trabajadora, fue capaz de generar en esta una sensación de respuesta ante el conflicto que se le presentaba. Así, la extrema derecha comenzó una fácil pero efectiva búsqueda de culpables para la situación. Presentó al colectivo inmigrante como un enemigo de las condiciones sociales de la clase trabajadora, cosa que la propia clase trabajadora percibía como primera impresión al tener la sensación de que las ayudas sociales y la precarización del empleo tenía que ver con la aparición de los emigrantes. E igualmente, como factor populista, presentó a la economía internacional como un enemigo frente a la economía nacional anterior, que había permitido el auge de las mejores condiciones posibles para la clase trabajadora, consiguiendo arrastrar el voto de la clase obrera. De esta forma, la clase obrera se sintió reconfortada con un discurso nacionalista, antiglobalización y contraria a las instituciones política, partidos y sindicatos, que la habían llevado curiosamente a prosperar.

Así, la extrema derecha se presentó ante la clase obrera como el proyecto antisistema, como aquello que los políticos establecidos, en los cuales incluían y posiblemente con razón a los partidos y sindicatos de izquierdas, no querían. Y lo hizo consolando y rellenando el vacío de una izquierda que había abandonado a la clase trabajadora.

Pero todo ello sólo fue posible por dos motivos. El primero, por el declive de las organizaciones sindicales que perdidas como referente social ante la atomización del empleo, se convirtieron en una especie de club de ofertas para sus afiliados y en una empresa de generar cursos de formación para la bonanza e interés de sus propios cuadros organizativos. Por otro lado, porque los partidos de izquierda habían dejado en realidad de ser partidos políticos, y con ello de tener una preocupación socioeconómica por la clase trabajadora, y se habían convertido en movimientos sociales de defensa de las minorías. Así, la clase trabajadora había perdido un referente en la lucha laboral y otro en la lucha política y este referente vino ser cubierto por la extrema derecha y las medidas populistas de derechas de gente como Le Pen, los Verdaderos Finlandeses o Donald Trump.

En Física es conocido el llamado disco de Newton. Consiste en un círculo dividido en siete cuñas y pintada cada una de ellas con los colores del arco iris. Al hacerlo girar rápidamente, el círculo presenta un anodino color blanco. Del mismo modo, la izquierda pasó de roja a multicolor hasta lograr, ante el cambio vertiginoso del Nuevo Capitalismo, quedarse en blanco para las respuestas.

La extrema derecha miente, pero gana. La izquierda, frente a la situación, habla de derecho a decidir y feminizar la política. Mirarse el ombligo impide ver el horizonte.

domingo, diciembre 11, 2016

¿ACUERDO EDUCATIVO?

¿Cree que en España nunca ha habido un acuerdo mayoritario sobre Educación?
¿Cree que el Partido Popular quiere realmente un Acuerdo Educativo?
Mire esto.
Y, no se le olvide, firme para mantener la Filosofía en nuestras escuelas: http://chn.ge/1kn6WFC
#NoalaLomce
#SalvemoslaFilosofía




viernes, diciembre 09, 2016

KIRK DOUGLAS: 100 AÑOS

Una vez, en el siglo XX, hubo un momento fundamental en la cultura.
Fue el Cine Clásico Americano, el mayor movimiento artístico de todo ese siglo.
Y Kirk Douglas, que hoy cumple 100 años, formó parte de él.



 ¿Cómo se llama este juego? 
ARTE, con mayúsculas.

domingo, diciembre 04, 2016

¿POR QUÉ LA CLASE TRABAJADORA VOTA POR LA EXTREMA DERECHA?/1

La presencia masiva del voto de clase obrera a políticas de extrema derecha o de populismo de extrema derecha, como está ocurriendo en Europa y acaba de ocurrir en Estados Unidos, no es algo absolutamente novedoso en el ámbito de nuestras democracias. Efectivamente, la clase obrera fue partícipe importante en el alzamiento de los fascismos del siglo XX. Sin embargo, es cierto que a partir del final de la Segunda Guerra Mundial la clase obrera, al menos en Europa, había sido básicamente un fortín de los planteamientos izquierdistas. Por ello, es conveniente preguntarse qué ha ocurrido para que los llamados cinturones rojos de las distintas ciudades europeas se hayan convertido poco a poco en cinturones azules, negros o incluso pardos.

Lo que vamos a analizar aquí es lo que creemos son los motivos fundamentales para que la clase obrera vote a la extrema derecha. Por supuesto con esto no queremos identificar estos planteamientos de extrema derecha con el fascismo, pues son dos cosas no necesariamente iguales. Por tanto, cuando hablemos aquí de extrema derecha vamos a presentarla como el conjunto de medidas políticas que implican un alto conservadurismo moral, una fuerte presencia de los elementos nacionales y tradicionales en el discurso y en la iconografía, un discurso económico proteccionista y antiglobalización y, por último, una crítica hacia los sindicatos de clase tradicionales de la izquierda y hacia las figuras de los políticos considerados como una élite ociosa. Igualmente, estos grupos políticos tienen como característica la defensa de una pérdida de las libertades democráticas y sociales en beneficio de la idea de la seguridad nacional.

La pregunta, por tanto, es ¿por qué la clase obrera está votando a estas ideas que en realidad no hacen sino perjudicarla? O dicho de otro modo, ¿por qué la izquierda ha perdido el voto de la clase obrera?

Creemos que para explicar esto debemos centrarnos en dos aspectos fundamentales. El primero de ellos va a ser un aspecto económico y sociológico donde analizaremos qué ha ocurrido con la clase obrera en Europa en los últimos 40 años. El segundo, se un análisis ideológico, donde estableceremos qué ha pasado con el discurso político de la izquierda en esos mismos últimos 40 años. Nos situamos en 40 años, aproximadamente, porque fue en la década de los 70, con la crisis del petróleo, cuándo empezó a resquebrajarse el ideal del Estado del Bienestar y cuando comenzó el triunfo neoliberal en el Reino Unido con Margaret Thatcher y el comienzo de la decadencia de la izquierda como organizaciones de poder.

Comencemos por la parte sociológica y económica.

El suceso más relevante que ha ocurrido en relación a la clase obrera ha sido la atomización de esta. Efectivamente, el modelo industrial anterior  a la crisis del petróleo, como modelo ideal, era el de grandes empresas y garantía de trabajo de por vida en una de ellas. Como consecuencia, la clase trabajadora tenía un grado de cohesión muy alto pues además estaba la existencia de barrios obreros donde todos los que habitaban pertenecían a dicha clase e incluso podían llegar a trabajar en las misma empresa o en la misma cadena de empresas. Unido a esto, la existencia de los sindicatos como arma fundamental de esta misma clase, incluso más allá de los partidos políticos, generaba a su vez un aumento de la cohesión tanto afectiva como intelectual generando el orgullo de pertenecer a un colectivo social reivindicativo y al tiempo eficaz en su trabajo y en su contribución social. Así, la clase obrera socialmente se presentaba como un grupo prácticamente homogéneo donde sus intereses eran a su vez fundamentalmente únicos y se referían a un mayor grado de Bienestar Social, a la práctica de ciertas medidas laborales que garantizarán un mayor tiempo de ocio, y a un incremento de su nivel económico a través de subidas salariales. Incluyendo esto, la idea de la clase obrera de que sus hijos iban a prosperar más allá de la propia situación de los padres, fundamentalmente a través de la educación pública y gratuita, llevaba a un colectivo perfectamente cerrado y cohesionado con intereses comunes. Y esto, a su vez, implicaba que las propuestas políticas podían ser globalizadas pues los intereses de la clase obrera eran fundamentalmente uniformes.

Sin embargo, la crisis del petróleo de los años 70 inicia un nuevo proceso en el Capitalismo que va a ser el de la globalización y la aparición del Nuevo Capitalismo. Esto implica la existencia de un nuevo mercado mundial que se va extendiendo hasta la fecha con límites antes insospechados y que incluye a todo el planeta. Con ello, y con la aplicación fundamental de las tecnologías al proceso industrial, la figura fundamental del Nuevo Capitalismo pasa de ser el trabajador a ser el consumidor y, como consecuencia, se produce un resultado social que es la pérdida de la relevancia de la clase obrera como elemento fundamental del sistema económico.

Efectivamente, en primer lugar desaparecen las grandes industrias o dejan de ser fundamentales en el tejido productivo occidental, desplazándose a los países emergentes en busca de mano de obra más barata o siendo sustituida la mano de obra especializada por la robótica. En segundo lugar, la atomización de la clase obrera se incrementa al desaparecer los puestos de trabajo de por vida, propio de las grandes corporaciones, e inaugurarse un proceso absolutamente selvático de búsqueda de trabajo temporal y de pérdida del empleo indefinido. En tercer lugar, los barrios obreros van perdiendo sus características sociológicas de mundo homogéneo con la aparición de nuevos trabajadores, especialmente inmigrantes, que no pertenecen culturalmente al modelo dominante anterior, generando un corte absoluto en cuanto a los intereses finales en la convivencia de esos mismos obreros. En cuarto lugar, la llegada de los países emergentes con su vasto mercado de consumidores –con que solo consumiera el 20% de su población ya superarían a la Unión Europea-  permite precarizar los salarios de los trabajadores occidentales, hasta entonces intocables por necesidades de consumo, y con ello reducir su nivel de vida. Y, en quinto lugar, y ante todo este proceso, los sindicatos comienzan una crisis, producto también de un feroz ataque, que les hace incapaces de responder a las necesidades de la clase obrera.

Podemos concluir ante esto que el Nuevo Capitalismo tiene como consecuencia dos elementos fundamentales para nuestro análisis. Primero, que el foco de atención de la producción capitalista pasa del trabajador al consumidor. Segundo, que los intereses de los trabajadores ya no responden a algo colectivo, un interés de clase, sino a algo individual. La nueva clase obrera ya no existe como tal clase homogénea sino como un conjunto de individuos que buscan llegar a ciertos niveles de consumo, buscan ser consumidores que es el nuevo ideal social. De esta forma, la clase obrera actual es un colectivo social heterogéneo, con intereses muchas veces contradictorios entre sí, con unas formas de vida no similares y sin un representante social reconocido.


Y así es como las características de la clase obrera han cambiado fundamentalmente desde la revolución industrial hasta nuestros días. La pregunta ahora es cómo ha respondido la izquierda a estos cambios y si ha sido capaz de darle una respuesta a la nueva clase obrera para, primero, explicarles la situación y, segundo, dar respuesta a sus nuevas necesidades.

Pero, eso otro día.