martes, octubre 30, 2012

¿HACIA UN BRIC MUNDIAL?/2


En el artículo anterior de esta serie nos planteábamos si al igual que hay un proceso de depauperación planificado para el sur europeo, sería posible uno a nivel mundial y analizábamos cómo la principal condición a cumplir sería mantener el consumo. Se trata por tanto, ahora, de ver si con el modelo BRIC a escala mundial podría mantenerse esto, es decir: hacer compatible la necesidad objetiva del Capitalismo de una producción económica determinada -en producción y consumo- y el interés subjetivo de la oligarquía en el modelo expuesto de depauperación modelo BRIC que le reporta mayor beneficio.

¿Como puede ser posible unir ambos intereses? La incorporación de los BRICs y su modelo da la respuesta. La necesidad del consumo por parte del capitalismo, y como consecuencia de esto la necesidad de un nivel de vida determinado para que un amplio número consuma, implica un hecho numérico pero no personal. Da igual quién en concreto consuma sino que lo que importa es que haya volumen suficiente de consumo. Por supuesto, esto implica un alto número de consumidores y, a su vez, un mínimo del cual no se puede bajar pero no implica de dónde sean dichos consumidores o del tipo de sociedad del que surjan. Es, por tanto, sólo una cuestión aritmética.

Echemos sencillas cuentas. Hoy en día la población con nivel de consumo -entendemos por tal aquella que vive en una economía desarrollada de corte occidental -aunque, por supuesto, reconocemos que no cada habitante puede consumir- estaría más o menos en torno a los 1000 millones -UE (a 27 y exagerando), EEUU, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Japón y Corea del Sur (no siendo exhaustivos y tomando estos países en toda su población)-. La clave sería pues si precarizando estos países según el modelo BRIC, la economía mundial, es decir: el nuevo capitalismo, podría mantener su base de consumo. Si la respuesta es afirmativa, no habría problema objetivo en ese proceso de precarización. Sin embargo, de ser la respuesta negativa eso implicaría una contradicción que solo podría resolverse o con la no realización del proyecto de precarización o con la finalización del nuevo capitalismo, ambas cosas improbables.

¿Cuál es la respuesta? Dios mío, qué nervios.

Tomemos que la precarización universal se ejerce como proceso absoluto llegando en estos países hasta un 70% de la población que reduce, aunque no de forma absoluta pero sí significativa, su consumo. Habría por tanto unos 300 millones de consumidores fuertes en los llamados todavía países desarrollados. Pero, a ello habría que sumar los 700 millones, ya explicados en el artículo anterior, de consumidores de los países BRIC -y hablamos exclusivamente de los BRICs aun cuando sabemos que habría además otras oligarquías implicadas que comienzan a asumir el modelo como el mejor posible-. Así, las cuentas mejoran en
la base de consumo pues habría como mínimo la misma base de consumidores fuertes -1000 millones con un ritmo de consumo además seguramente mayor- pero aumentando espectacularmente la de los consumidores débiles, de consumo esporádico, en unos, por lo bajo, 2000 millones de personas más al unirse la población depauperada de los países desarrollados con la emergente de los BRICs. Así, la base del consumo se amplía.

Segundo, y añadido a esto, el modelo BRIC es muy sencillo de exportar a los países menos desarrollados pues la oligarquía no pierde nada en ello, si acaso gana, y la población general gana, comparado con lo anteriormente establecido en estos países, mejores condiciones de vida. Y al exportarlo, pensemos en América Latina, norte de África o sudeste asiático, incorpora masas de consumidores de ambos estilos, fuertes y débiles, que aumentan la base para la explotación.

Así, el modelo BRIC es perfectamente posible de aplicar dentro del nuevo capitalismo. Pero, esto no nos debe llevar a engaño en cuanto a que sea una necesidad del capitalismo. Ya hemos señalado que una parte del interés objetivo del capitalismo actual es el consumo. Dándose este, lo demás es accesorio. Es decir, si el modelo BRIC garantiza el consumo necesario, y ya sabemos que lo hace, entonces puede ser posible. Pero, tan posible como otro modelo alternativo, por ejemplo, donde el nivel económico de la población suba para generar una sociedad mayoritaria de consumidores fuertes. Es decir, la precarización no es una necesidad del sistema sino algo accidental al mismo: puede haberla o no. No es un hecho objetivo sino una decisión de la oligarquía.

Pero parece que solo hablamos de economía ¿Acaso iba a permitir la mayoría de la población occidental que vive en países democráticos este cambio? ¿Sería compatible así el modelo BRIC con la democracia actual?

Quienes niegan esta posibilidad basándose en la tradición política occidental señalan que el BRIC sería incompatible con el modelo democrático. Y lo es, desde luego. El problema surge de confundir democracia con libertad personal. Por supuesto, la gran diferencia entre los BRICs genuinos y occidente como BRIC va a ser la libertad personal pero, a su vez, esta implantación implicará necesariamente la reducción de la democracia en los segundos. Efectivamente, la democracia es más que esa libertad personal de poder vivir de cierta manera. De hecho, la libertad personal ha sido un factor clave en el desarrollo del nuevo capitalismo pues su cumplimiento implicaba necesariamente una necesidad de consumo –nota: por cierto, que nadie vea en esto una crítica a esta libertad porque el asunto es mucho más complejo-. Así la libertad personal, entendida como poder vivir de una manera u otra, se ha desarrollado con el capitalismo porque a su vez era un desarrollo para este –nota otra vez: que nadie entienda esto como una alabanza a la ñoña espiritualidad-. Sin embargo, y como contraposición a esto, la democracia, al implicar una participación social en asuntos de gobierno, ha ido sufriendo permanentes retrocesos, o al menos no avances, con el desarrollo del nuevo capitalismo. Efectivamente, el sistema totalitario ve como innecesario, más que como enemiga, a la democracia. Y de ahí que su ideología sea la alienación negativa ya presentada aquí. Así, los individuos se representan su libertad en la esfera estrictamente personal que, a su vez, se toma como la vida auténtica frente a lo social y productivo.

De esta forma, mientras la implantación del BRIC no afecte a esa forma de alienación, y aunque haya una bajada del nivel de consumo no es necesario que ocurra, la libertad individual -esa falacia actual como forma de vida- será preservada. Y de hecho toda esa estúpida espiritualidad privada de nuevo cuño -aunque toda espiritualidad es estúpida- responde adelantándose a la imposición del modelo BRIC: es mejor ser que tener.

Por supuesto, no ocurrirá lo mismo con la democracia. La intervención ciudadana en el gobierno será reducida al máximo y la oligarquía será quien gobierne. De hecho, es algo que ya ocurre en el proceso de precarización del sur europeo donde la democracia está secuestrada y los gobiernos ni tan siquiera se preocupan de cumplir su programa electoral. Así, una suave libertad individual seguirá existiendo mientras que la democracia desaparecerá.

¿Estamos condenados a que el modelo BRIC se imponga? El apoyo efectivo de la oligarquía económica, política y social genera sin duda una extraordinaria fuerza al proyecto de depauperación. Sin embargo, el hecho de que el modelo no sea una necesidad objetiva del desarrollo capitalista implica que es posible no solo resistirse sino derrotarlo sin necesidad de revoluciones ahora utópicas o lucha antisistema. Sería realmente más simple que todo eso pero por ello políticamente más complicado.

jueves, octubre 25, 2012

(¿ya aburre?) LOS BLOGS DE MIS ALUMNOS 2012-2013

Igual ya aburre. Esperanza Aguirre se ha ido, yo no. Y volvemos a intentarlo. Los pueden encontrar ustedes en La Lechuza de Minerva (ahí también seguimos), por supuesto a la izquierda donde dice Blogs.

martes, octubre 23, 2012

¿HACIA UN BRIC MUNDIAL?/1


En este blog, se mantiene una idea sobre qué es el capitalismo. Según ella, la diferencia fundamental entre el nuevo capitalismo, surgido a partir de la Segunda Guerra Mundial, y el clásico de la revolución industrial es cómo ha variado la explotación. En el segundo, el capitalismo clásico, la explotación se realizaba exclusivamente sobre el trabajo; en el primero, el nuevo capitalismo, la explotación es realizada sobre toda la vida humana. Esto quiere decir que la vida humana completa, el trabajo por la producción y el ocio por el consumo, se ha convertido en beneficio económico. Y, a su vez, esto implica necesariamente que la inmensa mayoría de la población de los países con este capitalismo debe tener un determinado nivel económico para poder tener acceso al consumo y producir beneficio económico. Surge, de esta manera una nueva economía de superávit, en tanto es necesario que la población gane más de lo indispensable para poder consumir y, a su vez, se produzca para tal consumo, frente a la economía tradicional de subsistencia. Así, el Capitalismo ha llegado a una explotación total donde la vida humana es mercancía, trayendo una serie de consecuencias que han sido, y están siendo, analizadas en este blog.

No obstante, la aparición de los BRICs –Brasil, Rusia, India y China, como ejemplo- y su modelo socioeconómico, junto a la crisis de la zona euro, puede variar accidentalmente el modelo presentado arriba y que ha sido el característico del mundo occidental. Efectivamente, Occidente se ha conformado, de acuerdo al nuevo capitalismo, con una mayoría de la población disfrutando de un alto nivel económico que permitía la explotación por el consumo. Así, que la población tuviera dinero para consumir era una necesidad del capitalismo. Sin embargo, estamos viendo ahora que hay un proceso de depauperación en estos países desarrollados. Y surge así una pregunta: ¿es un cambio de modelo o es un cambio accidental en ciertas características pero el modelo general seguirá siendo el mismo? Más preguntas, ¿cómo puede cambiar esto con los BRICs y la crisis económica? ¿Podría ocurrir una depauperación a nivel mundial de la población y que occidente, lo que se conoce como el mundo desarrollado, pasara a convertirse internacionalmente en un BRIC?

Antes de nada, repasemos qué es un BRIC. Por BRIC -acrónimo de Brasil, Rusia, India y China- se entiende un desarrollo socioeconómico del Capitalismo en el cual los derechos sociales son muy bajos, con una escasa participación democrática, una alta desigualdad social y una alta producción total -aunque no necesariamente en la productividad de cada trabajador-. Ahora bien, si nuestro análisis del Capitalismo es cierto, ¿cómo con una población con un bajo nivel económico es posible que el nuevo Capitalismo triunfe? ¿Cómo se produciría entonces la explotación por el consumo? ¿No implicaría este proceso que nuestro modelo teórico es errado?

La respuesta para los actuales BRIC –es decir: para eso que se llama países emergentes- es doble. Primero, son posibles por el consumo exterior de, precisamente, los habitantes absolutamente explotados de los países desarrollados. Segundo, por la inmensa población de los propios BRICs. Si sumamos la población solo de estos cuatro países, sin contar la de otros que siguen su modelo, obtenemos un total de unos tres mil millones de habitantes. Conque solamente un 20%, un grupo social dirigente, alcance el nivel de consumo presente en los países occidentales obtenemos seiscientos millones de nuevos consumidores: por ejemplo, más de lo que suma toda la población de la UE a 27 miembros más la población de Japón. Puede haber también comercio interior en el modelo.

Pero, además, este capitalismo, y de ahí su elección como modelo en el sur de Europa, obtiene un mayor beneficio inmediato y próximo para la oligarquía. A nivel económico porque la oligarquía territorial se ahorra pagar mayores sueldos a sus empleados lo que reporta directamente en su beneficio propio a través de la rapiña social. A nivel político porque toda la cuestión legislativa, sin ningún contrapoder social efectivo, no es sino la certificación de su dominio. A nivel social, porque, como resumen las otras dos, el mayor control pertenece a la propia oligarquía que no encuentra trabas para afán predador.

Pero, ahora, surge un problema de equilibrio: el sistema tiene una necesidad objetiva de consumo; la oligarquía busca cumplir su sueño de aumentar la rapiña y para eso necesita pagar menos a los asalariados ¿Es posible equilibrar ambas pretensiones?

Y aquí viene una breve disquisición muy importante. Efectivamente, en el Capitalismo se puede distinguir entre el interés objetivo y el subjetivo. El objetivo es el que tiene el propio sistema en sí y cuyo cumplimiento se necesita para la existencia del sistema como tal. El interés subjetivo es el de un grupo social determinado, pero cuyo cumplimiento no implica nada sustancial para el sistema. Nosotros, además, al defender esto defendemos, como consecuencia, dos cosas: primera, que el interés del sistema actual no se identifica ya con el de un grupo social determinado -ni aún la oligarquía-; segundo, que solo se podrá cumplir el interés subjetivo cuando sea compatible con el objetivo del sistema porque en caso contrario haría falta acabar con el sistema y hacer, por consiguiente, una revolución.

Así, el interés objetivo del sistema es una base suficiente de consumo, el subjetivo de la oligarquía es acrecentar su rapiña social que implica hacer desaparecer nivel de vida en un amplio sector social.
Volvemos ahora a la cuestión: ¿es posible que ambos intereses sean compatibles? Porque, si la oligarquía pudiera mantener ese necesario beneficio capitalista y al tiempo aumentar el suyo
subjetivo seria el paraíso oligarca en la tierra: Amancio Ortega, o los herederos de Steve Jobs, en el cielo. ¿Qué tienen que ver los BRICs con todo esto?

Y aquí, con este interrogante, los dejamos hasta la próxima entrega. Aunque la emoción, y tal vez el banco, nos embargue.

jueves, octubre 18, 2012

POR UN REFERÉNDUM SOBRE LOS RECORTES

El PP ganó legítimamente unas elecciones, pero sin señalar nada en su programa sobre los recortes que luego, y por tanto de manera ilegítima, ha realizado. Por ello, firmen ustedes, si lo consideran oportuno, para exigir un referéndum sobre los recortes sociales. A continuación, aparece la carta al presidente de Gobierno exigiendo dicho referéndum.





Señor Presidente del Gobierno de España: 

Nos dirigimos a usted en nombre de la ciudadanía y del profundo malestar que experimenta ante la situación de deterioro político, económico e institucional en el que nuestro país parece a punto de naufragar. 

No cuestionamos la legitimidad de su gobierno, pero queremos hacer constar que la legítima victoria electoral que el PP obtuvo el 20 de noviembre de 2011, se fundó en un programa donde no constaba ninguna de las medidas que usted ha aplicado desde entonces, con el pretexto de resolver la atroz crisis económica que padecemos sin lograr otra cosa que agudizarla aún más. 

En su programa electoral ni siquiera se insinuaban los brutales recortes que han sufrido las inversiones y servicios públicos de nuestro país. Tampoco se anunciaron en el debate de investidura, y a partir de entonces, los miembros del gobierno que usted preside se han dedicado a desmentir sistemáticamente sus propias políticas, en un ejercicio de hipocresía sin precedentes desde la instauración de la democracia española. Como consecuencia de sus prácticas, amplios sectores de la sociedad sentimos que nos hallamos ante un flagrante incumplimento del "contrato electoral" establecido entre el PP y sus votantes. Y consideramos que esta situación sólo puede  resolverse democráticamente si el programa de gobierno que antes ignorábamos y ahora padecemos se somete a consideración de los mismos electores que le llevaron al poder. 

El deterioro al que están siendo sometidos los derechos sociales y laborales y las redes de protección, los recortes en materia educativa, sanitaria y de servicios sociales, el deterioro y abandono al que se ve sometido el medio rural, el empobrecimiento de la mayoría de la población, la eliminación de derechos de las mujeres, la injusticia de las medidas que se vienen adoptando y la constatación de que los más ricos y poderosos de nuestro país no sólo no contribuyen a paliar esta situación, sino que están consiguiendo eludir sus responsabilidades, y hasta enriquecerse aún más a costa de todos, están alimentando un sentimiento de indignación popular que se traduce en una profunda animadversión hacia quienes aplican unas políticas que agreden a los ciudadanos en lugar de proteger sus intereses. En esta situación, afrontamos un serio y creciente riesgo de desafección democrática -como ha quedado reflejado en la última encuesta del CIS- 

Parte de la desafección que siente la ciudadanía hacia las instituciones democráticas se justifica por la distancia que se percibe entre lo que los representantes políticos dicen cuando están en campaña electoral y lo que hacen cuando llegan al poder, en cómo se ejerce la actividad política y en la relación que instituciones y formaciones políticas establecen con los ciudadanos. 

Por estas razones, y amparándonos en el artículo 92.1 de la Constitución española, que establece que: "Las decisiones políticas de especial trascendencia podrán ser sometidas a referéndum consultivo de todos los ciudadanos", reclamamos que se celebre una consulta popular vinculante acerca de los recortes que están cambiando la realidad de nuestro país y la vida cotidiana de sus habitantes. 

Su gobierno no puede seguir escudándose en el argumento de que los ciudadanos les votaron para superar la crisis y que las medidas que ahora aplica van en esa dirección. Porque si los ciudadanos queremos que se supere la crisis, también queremos y tenemos derecho a saber cómo se hará, qué supondrá en nuestras condiciones y expectativas de vida, y si los esfuerzos a realizar se practicarán de forma equilibrada. 

El 20 de noviembre nadie pudo pronunciarse sobre el abaratamiento del despido, sobre la individualización de las relaciones laborales, sobre los recortes en educación, sanidad y servicios sociales, entre los que figura la atención a la dependenia, sobre el incremento de los impuestos, sobre la reducción de salario y pérdida de empleo en las administraciones y empresas públicas, sobre los recortes en dependencia, sobre la reducción de las prestaciones por desempleo... Esos son los temas responsables de que muchos de sus votantes se sientan estafados por su gobierno. Nuestra iniciativa pretende darles la oportunidad de opinar sobre lo que su campaña y su programa electoral les escamoteó hace un año. 

No estamos planteando nada estrafalario. Ningún gobernante democrático debería temer las consultas populares, y además, existen precedentes. En la década de los ochenta el Gobierno socialista, pese a contar con una mayoría absoluta de 202 diputados, sometió a referéndum la entrada de España en la OTAN. Se trataba entonces, como ahora, de una decisión política de especial trascendencia que no había figurado previamente en su programa electoral. 

Volvemos a encontrarnos ante "decisiones políticas de especial trascendencia", ya que pueden limitar drásticamente el ejercicio de derechos civiles garantizados por la Constitución de 1978. Si entonces los ciudadanos fuimos llamados a aprobarla en referéndum, ahora nadie debería negarnos la oportunidad de volver a opinar sobre las modificaciones que, de hecho, los recortes imponen a aquel texto. Si a esto le añadimos el efecto universal de unas medidas que padecemos todos los españoles sin que ninguno de nosotros haya podido opinar sobre ellas, nadie puede extrañarse de que pidamos al Gobierno que usted preside que convoque un referéndum en el que la ciudadanía pueda expresar libremente su opinión sobre si este es el camino a seguir para superar la crisis.

martes, octubre 16, 2012

CAPITALISMO Y MALDAD/4: IDEA DE SUJETO (2)


En los artículos anteriores de esta serie, veíamos primero un resumen sobre qué es el nuevo capitalismo y sus características. Después, analizábamos cómo la crítica de Marx quedaba insuficiente ante esta nueva realidad. Por último, presentábamos la idea de sujeto moderno como la idea clave para contestar a nuestra pregunta sobre si el Capitalismo es malo o no. Pero comprendíamos que esta idea podía caer en la pura elucubración culturalista si no la dotábamos de realidad. Así, acabábamos nuestro último artículo sobre el tema con un plan de trabajo. Primero, explicar por qué el sujeto moderno es el único defendible desde una visión progresista. Segundo, demostrar que la defensa de cualquier otro modelo es un error. Y, tercero, analizar entonces este sujeto moderno como ideal frente al capitalismo como realidad y ver su posibilidad o imposibilidad práctica.

Y ahora nos ocurre algo como a Platón -no ha estado mal la comparación, ¿eh?-: si queremos hacer crítica social debemos sumergirnos en la filosofía. Por eso, esta serie a partir de ahora empleará un lenguaje filosóficamente más académico pero llevado por la necesidad de su objeto de estudio: y el texto verdaderamente filosófico es lo contrario del texto pedante. Y lo hará obligado: si queremos estar objetivamente contra el capitalismo no lo podremos estar desde otra cosa que no sea la filosofía. Pero hay algo más. Ese lenguaje no se usará como excusa para en realidad no decir nada, tal y como se hace ya en la mayoría de las ocasiones, sino con la pretensión contraria que es intentar explicarnos mejor.

¿Por qué el sujeto moderno es progresista y el único que puede ser tomado por tal? Para explicarlo vamos a volver a recordar sus características. El sujeto moderno era racional, autónomo, universal y buscaba transformar la realidad. Por tanto, si el sujeto moderno es progresista, lo será porque lo son estos hechos.

Y así conviene empezar por la característica más general y fundamento, ya lo veremos, de las otras. Nos planteamos por ello, ¿es la racionalidad progresista? Esta es una pregunta de eminente sentido filosófico y que por ello tiene una respuesta de eminente importancia práctica. Entendemos por racionalidad –en este contexto- no solo la capacidad de pensamiento abstracto, que sería propia de la especie biológica humana, sino una forma determinada de pensar. Esta forma, que es una más de las posibles y que aparece muy tarde en la humanidad, es aquella en la cual se reconoce una distinción absoluta entre pensamiento y realidad. Con ello, queremos decir que mientras que otras formas de pensamiento lo que buscan es una comunicación desde la realidad al sujeto para lograr una común unión –por ejemplo, a través de trances místicos y esas cosas raras- el pensamiento racional busca, como un detective ajeno a la escena del crimen, desentrañar el misterio del objeto. El pensamiento irracional entra en trance, el racional inicia una investigación.

Por ello, la racionalidad implica un extrañamiento ante el mundo. Frente a otras formas de pensamiento, el mito y con él la mística así como el irracionalismo filosófico y sus derivados, la racionalidad no pretende identificarse o rendirse ante lo existente sin más, en una intuición pura intelectual o una asunción de las fuerzas cósmicas para vivir sin sentido, sino desentrañarlo. Y esta palabra está usada en su sentido más directo: abrir sus entrañas para ver qué hay dentro y no para predecir mágicamente el futuro. El pensamiento racional no busca plegarse ante el mundo y ofrecerle culto, sino, al distinguirlo de su propia racionalidad, derrotarlo. Y ello tiene como consecuencia inmediata la primacía de lo humano sobre lo existente. Por eso, la declaración de independencia estadounidense se cimenta en los derechos inalienables del individuo y la constitución de Bolivia en ese ente que es la Pachamama -tan heideggeriano, por cierto-. Y por eso también toda la reacción filosófica a la racionalidad desde Rousseau, Santa Teresa, Schopenhauer, Nietzsche, Heidegger, Wittgenstein o la posmodernidad -los nombres me los sé- lo que discuten precisamente es este punto –y aquí se es injusto porque se mezcla demasiado: cosas de un blog-.

Pero ahora, ¿por qué esto es progresista? ¿Por qué la racionalidad, cuyos dos máximos exponentes serían la ciencia y la filosofía, es más progresistas que los irracionalismos o el pensamiento mítico?

La clave está en la forma de relación con lo real. El irracionalismo debe asumir, de manera general y obligatoria, una realidad que se impone sobre el individuo. Efectivamente, al defender la incapacidad de la razón para comprender la realidad, se concluye en la superioridad de esta: el mítico honra a los dioses; el schopenhaueriano a la voluntad. De ahí, la importancia de elementos ontológicos -desde los dioses a las fuerzas cósmicas, desde la voluntad al ser- que siendo ingobernables se imponen al individuo. Así, en metafísica el irracionalismo se obliga hacia al totalitarismo político. Y lo interesante es cómo da igual que este irracionalismo sea mítico, como en las sociedades primitivas, o sea filosófico: la defensa de la imposibilidad de explicar el mundo racionalmente con verdad, conduce -no así en el escepticismo por ejemplo- a la idea de una entidad superior -dioses, Dios, voluntad, ser- que se impone. Y esta es la diferencia frente al sujeto racional moderno que sí puede comprender racionalmente el mundo. Los personajes de Calderón se rinden ante el orden preestablecido, los de Shakespeare lo destruyen –y una nota: pronto un artículo sobre ambos-.

Pero también es importante la forma de hacerlo. El sujeto racional de la filosofía clásica y medieval también era capaz de explicar el mundo, pero lo hacía porque formaba parte como criatura de ese mundo participando de una racionalidad superior –el logos griego o el dios cristiano-. Sin embargo, el sujeto moderno lo desentraña, otra vez en el sentido literal de esa expresión, imponiendo una racionalidad, la suya, que es ajena al mundo exterior. De ahí también la diferencia en el uso de la tecnología que en el mundo antiguo era una prolongación natural frente al moderno donde es una realidad absolutamente nueva -cosa que también vio perfectamente el reaccionario, y tan inteligente, Heidegger-.

Con esto, se plantea una diferencia fundamental en la racionalidad. Esta, hasta la Modernidad, es una aceptación del mundo -si bien no exenta de dificultades como es el caso del problema del mal en el cristianismo-. Sin embargo, la racionalidad moderna es una conquista de la realidad por el sujeto. La racionalidad moderna tiene así su base en la distinción ser/deber ser, donde subyace siempre el ideal de que la realidad, el ser, no es aún lo que debería y podría ser, la racionalidad humana cumplida en un mundo nuevo. Así, la racionalidad moderna es una reivindicación del sujeto frente al objeto mientras que las formas anteriores, y posteriores, son una sumisión del sujeto frente al objeto.

De hecho, el propio Capitalismo es una invención de ese mismo sujeto moderno como modelo de dominación de la realidad -como se ve bien en la teoría liberal, aunque esta carezca de idea de sujeto-. Y de hecho, el propio capitalismo fue progreso frente a lo anterior, al emancipar a las fuerzas productivas de la naturaleza. Pero, entonces, y si el malvadísimo capitalismo fue un invento de este sujeto, ¿dónde está el progresismo? ¿No sería mejor defender otra racionalidad ajena al mismo?

Volvemos al capitalismo. Este, defendemos en nuestro análisis, es totalitario. Su desarrollo ha consistido en la conversión de todo en mercancía y, fundamentalmente, en la conversión del sujeto humano en tal figura. Así, la situación actual es la del dominio del objeto, el capitalismo, sobre el sujeto, el ser humano -si bien la alienación negativa nos señala ideológicamente lo contrario-. Y es ahí donde la racionalidad moderna vuelve a ser fundamental.

Una racionalidad no moderna, ya lo sabemos, es una racionalidad sumisa ante lo real. Solo una racionalidad fuerte, como ya hemos explicado una racionalidad que reclame al sujeto, puede estar enfrentada al desarrollo del sistema capitalista porque es la única que exigirá su presencia frente a la forma mercancía. Pero además hay algo más. Y este algo más es que esta racionalidad mantiene la idea de verdad no por correspondencia y la preeminencia del concepto.

La idea de verdad como correspondencia o adecuación defiende que el pensamiento refleja la realidad tal cual es. Sin embargo, el criterio de verdad en la modernidad es diferente. No existe esa identificación pura sino que hay siempre una escisión entre el pensamiento y la realidad. La racionalidad humana así necesita crear representaciones ideales de esa realidad que exijan más a lo existente: no queremos este perro, sino al perro. De hecho, ahí está el germen, luego traicionado, del pensamiento de Platón: la exigencia de racionalidad a un mundo que mató a Sócrates. Y por eso, también, tiene razón Nietzsche al calificar esta filosofía de obra de los resentidos: efectivamente son aquellos que, como en la tragedia shakesperiana de  Ricardo III, no están hechos para el baile festivo en una ñoña realidad. El concepto así no busca la identificación con lo real sino, precisamente, su superación: lo real debe llegar a ser el concepto –y esto, por supuesto, puede llegar a ser muy problemático-.

Así, la racionalidad moderna está enfrentada al capitalismo porque es la única capaz de presentar aún en su propia constitución esa distinción entre el ser y el deber ser, la realidad y el ideal. Mientras otras formas de pensamiento solo pueden asumir lo real o enfrentarse a ello desde supersticiosas espiritualidades, la racionalidad se enfrenta desde dos perspectivas. Primera, desde la idea de un sujeto que debería ser el dominante y no, como ahora con el desarrollo del Capitalismo, el dominado. Segunda, desde una petición a la realidad de llegar a ser, por la propia existencia del concepto, lo que debe ser y con ello mantener esa escisión entre realidad y posibilidad.

John Ford es el mayor artista del siglo XX y, seguramente, entre los mayores artistas de la historia. Tiene una, otra, película inolvidable: El hombre que mató a Liberty Valance –la mejor película política de la historia y, seguramente, la mejor película de la historia-. En ella, cuenta la llegada de la civilización al lejano oeste americano a manos de un abogado idealista de este. Y en la escena final, una vez conseguidos presuntamente sus objetivos, alguien le pregunta: ¿No estás orgulloso? Y él no contesta mientras el tren atraviesa el desierto. El sujeto moderno nació de la escisión entre lo existente y el anhelo de algo más, la diferencia entre lo que había y lo que debería haber. Con esa diferencia aún no cumplida sigue vivo al menos como promesa de lo que debería haber sido. Por eso, es la única esperanza.

miércoles, octubre 10, 2012

EDUCACIÓN Y EMANCIPACIÓN

La educación no debe estar para españolizar, como dice ahora el ministro.
Y tampoco para catalanizar, como durante años la utilizaron  muchos de los que ahora critican al ministro.
La educación debe estar para hacer libres a las personas. 
Y ser paleto es ser esclavo.


lunes, octubre 08, 2012

SALVAR LA ÉTICA DE 4º DE ESO

Como ustedes saben, el gobierno del PP ha decidido quitar ética de 4º de ESO. La cosa no es aún definitiva y firmar esto es una ayuda para salvar la asignatura si usted la considera importante. Yo, personalmente, creo que es la más importante de todo el currículo de Filosofía.

Así que, si así lo desean,firmen AQUÏ.


domingo, octubre 07, 2012

VIDA INTERIOR/102: LA BOINA Y LA ESTELEDA

¿Quién de nosotros no tiene una vida interior muy grande? ¿Y qué poeta no nos la cuenta una y otra vez? En esta sección mi alma se desnudará. Incluso he comprado una nueva para tenerla más grande. Porque, en el fondo, yo también quiero ser feliz.

 Mañana, por lo visto, en el Barça-Madrid, aparte de no sé qué mosaico hortera y de llevarse la estelada de casa, que a pesar de lo que pueda parecer no es una merienda, exactamente a los diecisiete minutos y catorce segundos, ni uno más ni uno menos, 
o sea, a los diecisiete minutos y catorce segundos porque no cabe el error 
y entonces uno se imagina a todos los allí presentes sincronizando relojes antes del partido 
y, por supuesto, vigilando la estelada –que igual no se la coma otro- 
y además, por supuesto, ensayando el mosaico 
entonces los espectadores del partido están invitados a dar un grito 
 aaaaaahhhhhhhhhhhhh 
oooooohhhhhhhhhhhhh 
por la independencia. 

Y uno comprende que puede que sea muy hermoso sentir tanto amor a la tierra. Pero que sin duda es muy cansado ser tan paleto. 
Y surge un sentimiento de mi interior: ¡Que pereza!

martes, octubre 02, 2012

REFORMA EDUCATIVA Y PRECARIZACIÓN


Una diferencia entre una teoría conspiratoria y una real es que la segunda no solo es capaz de explicar hechos pasados, sino de ser coherente con hechos ocurridos con posterioridad a su formulación. Nosotros mantenemos que existe un proyecto consciente de precarización dirigido y sustentado por la oligarquía europea -económica, política y social- que consiste en convertir el sur de Europa en un BRIC, teniendo como modelo China. De ser esto cierto, todas las reformas sustanciales del gobierno deberían ser coherentes con esta línea. Hasta ahora hemos visto como así era en la reforma laboral y en la política de recortes. Toca ahora, consecuentemente, planteárselo en la reforma educativa. ¿Responde la reforma educativa al proceso de precarización?

No se puede analizar la educación solo de acuerdo a un hecho legislativo sino que hay que remitirse también a lo social. Cuando se pretende reducir el problema educativo estrictamente a lo que ocurre en el aula, se falsea. Sería como pretender reducir la salud al uso de las medicinas y olvidar las condiciones de vida, la higiene o la alimentación en ella. Así, las condiciones sociales son básicas y la política educativa empieza en ellas. Por eso, desenmascarar una ley educativa no es un procedimiento para la filosofía del derecho o para la pedagogía, sino para una filosofía real: la ley es buena o mala de acuerdo a su relación con lo existente. Por ello, cuando nos planteamos la reforma del PP, no lo hacemos en un marco ideal sino real: como reforma para el aquí y el ahora. Y, según nuestra teoría, el aquí y el ahora es el proceso de precarización esquematizado en el primer párrafo. Por esto, al analizar la reforma educativa tendremos que relacionarla con ello.

En primer lugar, una educación para la precarización debe tener como meta principal la producción económica. Lo que importa no es la formación de los ciudadanos, a los que ya se les ha quitado la soberanía, sino la generación de una mano de obra con unas características determinadas al servicio del proyecto oligarca. De ahí, que el primer párrafo de la nueva ley esté dedicado a esto. Y señalamos primer párrafo, no segundo, tercero o sexto porque eso marca la importancia concedida al proceso. Lo que importa no es el individuo concreto y su formación, el ciudadano, sino el obrero para la competitividad del sistema: su capacidad para ser mano de obra dúctil -y, como veremos, poco cualificada-.

Así, segunda condición, si la finalidad es la mano de obra dúctil resulta comprensible la importancia concedida a dos hechos: por un lado, la enseñanza de las lenguas extranjeras; por otro, las llamadas materias procedimentales (lengua y matemáticas). Esto se resume en algo: la prioridad no son los contenidos, sino la capacidad de saber hacer entendida como adaptabilidad a los procesos de producción. Y esta capacidad se contrapone, y ahí está la clave, al contenido cultural. No se trata, por tanto, de que estas materias no sean importantes sino de otra cosa.

En primer lugar, resulta imposible de creer que la causa del fracaso de las llamadas materias procedimentales sea su escasez horaria, siendo las que más horas recogen en la vida de un estudiante. Tal vez, habría que buscarlo en otro motivo. Sin embargo, la ley se centra en esto de forma no inocente pues le permite recortar materias consideradas innecesarias, entre ellas coherentemente la Ética, por otro lado.

En segundo lugar, porque, curiosamente o no, el contenido de dichas materias procedimentales, su currículo y especialmente en lengua, están absolutamente alejados del hecho instrumental. ¿Hace falta para comprender un texto o escribir con corrección saber hacer incansables análisis sintácticos o conocer los valores del se? Por supuesto que no. Las materias presuntamente procedimentales tienen un desarrollo real alejado de sus pretensiones. Esto no aparece, claro, en la ley ni se desarrolla porque no hay una preocupación real sino un pretexto.

Tercero, porque esta diferenciación típicamente LOGSE, y errónea, está muy alejada del espíritu de la derecha -recordemos la reforma de las humanidades-. Es, por tanto, algo sobrevenido al pensamiento del PP.

Y cuarto, y fundamental, porque la propia distinción procedimental es falsa. Hasta la educación superior, al menos, todas las materias son también procedimentales pues todas sirven por igual a forjar una mente abierta y adaptada a la realidad. Pero, adaptación no es sumisión.

Así, no parece que haya necesidad de más horas de clase de las materias en cuestión y tampoco se entiende que de pronto la derecha recupere espíritu logsiano si no hubiera un elemento extraño y novedoso que les empujara a esto. Este hecho es precisamente el futuro como precarización. La finalidad última del nuevo sistema educativo es formar mentes adaptables pero también vacías y la forma más sencilla es negar contenidos porque estos conforman memoria. Así, la prioridad de las materias procedimentales es la excusa para eliminar una memoria cultural inscrita sobre unos valores traicionados: los alumnos vivirán en un permanente presente dominado. Y esto es clave porque lo que realmente se busca con esto es la adaptación social como sumisión, y no enseñar matemáticas o lengua. El fin es el adiestramiento y el medio es una escuela vaciada de contenido. De esta forma, el saber hacer como capacidad no es realmente autónomo pues depende del otro que controla ya absolutamente el contenido, el qué hacer, para rellenarlo. El procedimiento es mecanización.

¿Y qué es una materia inútil en el proceso de precarización? Por lo pronto, no la religión. Pero ya en materias serias, no es aquella que podríamos denominar como presuntamente erudita, con un contenido cultural exclusivo, sino aquella que pretende una fundamentación. Hay dos casos extraordinariamente llamativos de esto en la nueva ley, uno por etapa.

En primer lugar, vamos al bachillerato. Luego analizaremos cómo esta etapa está pensada en la ley para una minoría, pero ahora nos interesa algo distinto. En el bachillerato hay materias comunes -para todos-; de modalidad -de acuerdo a la especialidad-; y, una optativa por curso. Hay una especialidad de ciencias sociales y en ella antes era obligatoria, con criterio sensato, la Economía en 1º de bachillerato -una introducción general donde se analizaban las distintas corrientes y los principales conceptos- y Economía de la empresa en 2º -especializada en la economía aplicada al negocio-. ¿Cuál de las dos creen que ha quedado como obligatoria? Efectivamente, la de empresa: en una economía precarizada y cuya finalidad última es ser un BRIC, la economía como reflexión sobra porque qué tipo socioeconómico se quiere es algo que ya viene impuesto.

El segundo caso es aún más interesante. Se trata de la eliminación de la Ética del último curso de la ESO: cuarto. Sin embargo, sorpréndanse, se mantiene la Educación para la Ciudadanía de 2º, tan criticada por el PP. Como el caso es muy interesante y ejemplificador -y también, seamos sinceros, porque nos afecta personalmente- lo vamos a desarrollar en otro escrito. Pero lo que ahora importa es que la asignatura que buscaba imponer permanece y la que buscaba reflexionar, y que siempre defendió el PP, desaparece.

De esta forma, para una educación en la precarización, por ahora, es necesario un proceso de adiestramiento que excluya el contenido o la reflexión y cuya finalidad sea la producción. Eso ya está. Pero, la educación pública implica el peligro de la innecesaria, para la precarización, cualificación académica: demasiada gente puede tener lo que la élite considera suyo. Por eso, es necesario dificultar el proceso. Y aquí entra la segunda parte de la ley.

Según propias palabras del ministro, la reforma busca que los alumnos vayan a la formación profesional de grado medio. Como resulta evidente que los hijos de la clase alta no lo van a hacer, lo que quiere decir el ministro es que los hijos de clase media y baja deben tener ese objetivo. Alguien podría decir que eso es bueno teniendo en cuenta el nivel de fracaso y abandono escolar. Pero ese no es el fin último de la ley sino bajar la cualificación de la población. Así, la nueva ley convierte la carrera escolar en un conjunto de barreras donde lo importante no es su dificultad, porque entonces los hijos de papá no la aprobarían, sino el carácter desmotivador para el alumnado y para los centros públicos.

Efectivamente, los alumnos menos motivados externamente, que suelen ser los de clases sociales más bajas, serán más proclives a renunciar a seguir estudios conforme más dificultades se pongan. A su vez, los centros, que serán evaluados por los resultados de esas pruebas, tenderán a eliminar de las mismas a esos alumnos que presentan más dificultades. No se trata por tanto de evitar el fracaso o el abandono escolar, para eso haría falta hacer otra cosa, sino de cortar por abajo, es decir: eliminar la alta cualificación. La idea clave de la ley es que la precarización necesita técnicos de bajo y medio rango, no universitarios. Y toda esa retahíla de exámenes, que va a ser carísimo por cierto, no encierran en sí mismos el problema, excepto en su inutilidad, sino la trampa: el efecto desincentivador.

Y así, si el palo es obstaculizar la presencia de la mayoría escolar en los niveles de mayor cualificación, la zanahoria es la proclamada excelencia. Efectivamente, la ley no se cansa de repetir cosas sobre la excelencia. Pero, hay algunos problemas.

En primer lugar, hay un momento especialmente cómico en la ley. Efectivamente, se proclama el fondo objetivo y científico de la reforma para a continuación distinguir a los alumnos por su talento. El problema es que el talento no es un término científico.

En segundo lugar, si España tiene un bajo nivel de alumnos excelentes no es achacable tanto a la enseñanza pública como a la privada de élite. Efectivamente, es este tipo de enseñanza la que se especializa en pijerías y es ella la que presenta el concepto excelencia como ideario. Si no hay alumnos excelentes, sea lo que sea eso, no puede achacarse sino a la capacidad académica, o incluso al talento, de la propia élite social que, al no estar ahí por mérito sino por pedigrí, no realiza el esfuerzo necesario. Al fin y al cabo, los colegios privados de élite tienen como máxima función social la de criaderos para evitar la mezcla pero no la de centros educativos.

Y, en tercer lugar, volvemos al efecto ideológico de la ley. La idea que se quiere transmitir socialmente es que la oligarquía social es excelente pues ha pasado por un presunto proceso de selección. Se trata de presentar lo apriori, porque ya pertenecen como cachorros a la oligarquía acaban en ella, como aposteriori, tras un proceso de selección han llegado a ser élite.

La nueva reforma educativa tiene como finalidad el sistema económico. Esto no es nuevo, pero sí lo es, por primera vez en democracia, que busque incentivar la baja cualificación. Esto es debido a que en el proceso de precarización no hacen falta universitarios -a los que de paso se les eliminan becas y se les suben las tasas- sino técnicos. Además, estos técnicos deben ser maleables y sin contenidos culturales: saber hacer debe ser solo saber hacer. Por último, Debe haber una clara segregación social desde los orígenes: la oligarquía debe ir a la universidad, las clases medias, ya depauperadas, y la baja deben salir de ellas.

En Tiempos difíciles, la novela de Dickens, un inspector llega a una escuela y reprende a los niños pobres por querer empapelar su dormitorio con caballos pues los equinos, les grita, no pueden caminar por las paredes: les regaña por querer soñar. El ministro Wert ha llegado a la escuela gratuita y ha regañado a sus alumnos: ahora, por soñar con ser universitarios.