viernes, junio 29, 2012

VIDA INTERIOR/99: DÍA DE LOS PASTELITOS

¿Quién de nosotros no tiene una vida interior muy grande? ¿Y qué poeta no nos la cuenta una y otra vez? En esta sección mi alma se desnudará. Incluso he comprado una nueva para tenerla más grande. Porque, en el fondo, yo también quiero ser feliz.

Como cada año, una vez más y con la espontaneidad característica, los alumnos y yo mismo hemos celebrado el célebre Día de los Pastelitos (también llamado Homenaje al profesor de Filosofía). El último día de curso, los alumnos traen pasteles que han hecho en casa y organizamos una bonita celebración. Estas son las pruebas.  Muchas gracias a todos.

   1º de Bachillerato D


1º de Bachillerato E

miércoles, junio 27, 2012

DESCRIPCIÓN

1.- El salario más habitual en España as(des)ciende a 16.500 euros brutos al año.
2.- La selección española de fútbol, tras un emocionante partido cuajado de su vistoso fútbol de ataque característico, ha llegado a la final de la Eurocopa.
3.- Cada jugador español podría llevarse en caso de ganarla 300.000 euros de prima.
4.- A cada español eso le llevaría 20 años de trabajo. 
5.- La gente sale a la calle a celebrarlo.
6.- Descripción: acción y efecto de describir.

martes, junio 26, 2012

(no) SOY MINERO


1.- La épica es compleja. Hay una épica ilustrada, en la que lo que cuenta son las razones. Esta épica es a posteriori: solo después de conocer y compartir los motivos del protagonista se puede estar con él. Es una épica, así, que llama al razonamiento. Su máximo representante  es el género cinematográfico de las películasdel oeste –paradójicamente, tan denostado por la autoproclamada izquierda-.
Hay otra épica totalitaria donde lo que cuenta es la identificación a priori con sus protagonistas. No se discute la bondad o maldad de la acción sino que la identificación ya existe meramente por ser quien se es: se niega el razonamiento. Fue la épica elegida, por ejemplo, por el fascismo y por la izquierda comunista: tal para cual. En ella, no importaba tanto el argumento, la racionalización de la épica,  como el protagonista, la identificación pura: el proletariado, el patriota, el soldado,…. El protagonista era, a priori, el bueno y todo lo que hiciera debía ser glorioso. Lord Tennyson lo resumió muy bien: por el valle de la muerte cabalgaron los seiscientos, así que honor y gloria aunque la acción fuera una estupidez.

2.- No cabe duda de que los mineros son un icono de la izquierda. En tiempos pasados, trabajaron en un ambiente peligroso, murieron a mansalva, cobraron miserias… hay un peliculón, otro, del mayor artista del siglo XX: Qué verde era mi valle. Ahora, en tiempos presentes,  cobran muy bien, están subvencionados y el trabajo pasa de padres a hijos. Son un sector social privilegiado si se compara su situación con el resto del mercado laboral español: como nosotros los funcionarios. Pero los mitos es lo que tienen: perviven por encima de la realidad. La realidad no afecta al mito. Así que los mineros son clase revolucionaria.

3.- En la última encuesta de población activa se señalaba en el último trimestre del año –enero a marzo-  habían perdido su puesto de trabajo 374.300 personas. Son algo más, o muchos más, que los mineros. Y cada día, la autoproclamada izquierda inunda las redes sociales con mensajes de solidaridad hacia los mineros: yo apoyo a los mineros. Nunca los he visto hacia los empleados de la construcción o de la hostelería. Quede claro: yo tampoco he apoyado a los obreros de construcción o a los camareros; pero, tampoco a los mineros. Sin embargo, para otros, los mineros son, digámoslo, chachi. El resto, digámoslo también, no tanto por lo visto.

5.- Pero, claro. Nosotros carecemos de ese gen izquierdista e incluso de ese espíritu solidario: nuestro cristialaicismo está bajo cero. Y encima, nos planteamos una pregunta: ¿por qué ser minero atrae este furor revolucionario?

4.- Tal vez, porque el trabajo de los mineros sea imprescindible para el progreso social.  Pero, pensémoslo más despacio. El carbón produce CO2 que propicia, a su vez, el cambio climático. Ningún miembro de la autoproclamada izquierda quiere energía nuclear –yo sí, pero no soy de esos- y no dudan en pedir el cierre de las centrales nucleares. Las centrales nucleares no generan CO2 ni contribuyen al cambio climático. Pero la autoproclamada izquierda cerraría ahora mismo todas las centrales nucleares. Pero, no las minas. Ya es curioso.

5.- Repensemos esto otro. 375.000 personas perdieron su empleo y las redes sociales no se inundaron de mensajes. Hay que cerrar las centrales nucleares por ecologismo.
Pero los mineros,
oh los mineros,
honor y gloria a los mineros.
¿Por qué los mineros son tan especiales?

6.- ¿Son realmente especiales los mineros? Cada puesto de trabajo que se pierde es un drama personal y, por ello, un drama social. Cada puesto de trabajo que se pierde implica una vida concreta cuya realidad cotidiana queda truncada. Es indudable que existen puestos de trabajo socialmente más relevante que otros, pero lo que no existe socialmente, al menos desde una perspectiva de izquierdas, son vidas humanas a priori más importantes que otras. El puesto de trabajo, que no la persona concreta, de un minero de carbón en España es parecido en su relevancia sociocultural al de un alfarero, un herrero o un sacerdote: reliquias de un pasado peor. Pero su vida humana y la pérdida de sus empleos, de cada uno de sus empleos, es un drama social porque implica  una vida truncada. Pero a todos por igual y no más al minero. Igual, yo no soy de izquierdas.

7.- Pero otra vez, las redes sociales y la autoproclamada izquierda clama por los mineros. De nuevo, ¿por qué?

8.- En primer lugar por la propia estructura de la izquierda conferida como mito. Es fácil sobrevivir como mito, mucho más que hacerlo como racionalidad. El mito elimina el cansancio de volver a penar. Y además, con ello, la identificación pura hacia dentro y fuera. Hacia dentro porque genera la idea de identidad grupal: nosotros apoyamos a los mineros; hacia fuera, porque marca identidad frente a los otros: ellos están contra los mineros. Lo compacto es puro y lo unitario es idiota: perfecto para la política. Así, articular la ideología en torno a mitos -la república, los mineros, ...- es efectivo para la cohesión social. Y  la cohesión implica la uniformidad.
En segundo lugar, porque la izquierda sigue siendo decimonónica en su análisis. Incapaz de adaptarse al nuevo capitalismo, la izquierda sigue creyendo en una realidad económica que hace tiempo ya solo se encuentra en los libros de historia. Así, los mineros presentados son en realidad los mineros del siglo XIX: un colectivo inexistente. Se habla de conciencia de clase, lucha de clases, rebeldía y otras ñoñerías que sonrojarían a cualquiera. Pida que se las expliquen y volverán al punto anterior: nosotros apoyamos a los mineros.
En tercer lugar, nos dicen, los mineros nos enseñan a luchar. Luchan por lo suyo. El problema aquí es qué es lo suyo. Y otro problema mayor: ¿lo suyo es justo? Todos los sectores sociales luchan sin duda por lo suyo: la iglesia, los especuladores financieros, los mineros… Volvamos a la división de la épica del punto primero: lo importante es tener razón.
En cuarto lugar, y eso sobre todo por parte del movimiento sindical, se ha generado una división fundamental en la clase asalariada. Por un lado, están aquellos que han tenido empleos estables, al menos hasta ahora, con contratos indefinidos y una serie de garantías laborales. Por otro, todos aquellos que han sido ciudadanos de segunda con contratos temporales y sin garantías laborales, abandonados por cualquier organización política o social. Como estos nunca han tenido derechos, un sistema establecido como los sindicatos no pensaba luchar para dárselos mientras pudiera mantenerse con los clientes del otro sector básicamente -trabajadores de grandes empresas industriales y funcionariado-. Así, no ha habido campaña de solidaridad ante la pérdida de más de cinco millones de puestos de trabajo -¿dónde estaban los sindicatos, dónde los funcionarios, dónde los mineros?- pero sí ante los mineros. Se tocó un privilegio –en comparación al resto del mercado laboral- y surgió la furia del sector: nosotros, antes tan callados, somos la izquierda.

9.- Pero entonces, ¿los mineros, o los funcionarios, no tienen razón? Esto es lo más difícil: la tienen. Pero en cierta medida. Tienen razón en un sentido doble: cada puesto de trabajo suyo perdido es también un drama social como el de un camarero o un albañil. Tienen razón en otro sentido también: su pérdida laboral no es para redistribuir la riqueza sino para desarrollar el proceso de precarización europeo ya explicado aquí. A quienes cierran las minas no les importa el calentamiento global, quienes acaban con la escuela pública no pretenden mejorar la educación.

10.- Y por eso, en cierto sentido, la lucha de los mineros es también nuestra lucha. Y la lucha de los funcionarios docentes –yo lo soy- lo es. Pero de otra manera encarrilada.

y 11.- ¿De qué manera? De manera tal que mi causa sea su causa. Suena cursi, pero no lo es. Si mi progreso social no implica a su vez su progreso social, yo no soy de izquierdas. En el fondo, es sencillo.  

domingo, junio 24, 2012

VIDA INTERIOR/98: DE EUROCOPA

¿Quién de nosotros no tiene una vida interior muy grande? ¿Y qué poeta no nos la cuenta una y otra vez? En esta sección mi alma se desnudará. Incluso he comprado una nueva para tenerla más grande. Porque, en el fondo, yo también quiero ser feliz.

Lo reconozco: me aburre sobremanera el fútbol de España.

miércoles, junio 20, 2012

ATAQUE A LA DEMOCRACIA

Lo más grave que ha ocurrido hoy contra la democracia española no ha sido la sentencia del patético tribunal constitucional sobre Sortu, a pesar de que haya una contradicción evidente entre izquierda abertzale y democracia. Lo más grave, sin duda y algo cuya importancia es capital porque certifica ese proyecto en que la oligarquía política está embarcada de hacer de cierta Europa otra China, ha sido la negativa del ridículo Rajoy a realizar este año el debate sobre el estado de la nación. 
Se van cumpliendo los plazos si la izquierda no se deja de folclore y reacciona con seriedad.

lunes, junio 18, 2012

¡YO SOY ESPAÑOL, ESPAÑOL, ESPAÑOL! (o PRIMAS Y PRIMOS (pero siempre patriotas))


1.- Gritan: “Yo soy español, español, español”

2.- Como gritan los paletos vascos o catalanes.

3.- Ah, no, perdón. Que si lo grita un catalán o un vasco es de izquierdas: me disculpo.

4.- Y ponen la bandera española en los balcones.

5.- Como hacen los paletos vascos o los paletos catalanes.

6.- Ah, no, perdón. Que si un catalán  pone la bandera de su pueblo o un vasco la de su aldea son de izquierdas: me disculpo.

7.- Todo es por la Eurocopa. Parece como cuando el Barça gana o el Bilbao llega a alguna final.

8.- Ah no, perdón. Que si el Barça se autodefine como algo más que un club de fútbol y el Bilbao como un equipo vasco-vasco es porque son de izquierdas.

9.- Bueno, que la selección española juega la Eurocopa. Y ya se han puesto la prima: 300.000 euros por ganarla a cada uno. Un 25% más que en la anterior del 2008. En 4 años, un 25% más: eso es un convenio colectivo. De 2008, cuando había decrecimiento negativo o algo así, a 2012, cuando no hay rescate.

10.- Y yo soy español, español, español.
Otra vez: yo soy español, español, español.

y 11.- En 1876 se discutía el primer artículo de la nueva constitución que debía definir la ciudadanía española. Y Cánovas del Castillo, harto de tanto debate, señaló: es español el que no puede ser otra cosa.

miércoles, junio 13, 2012

UN PROGRAMA DE IZQUIERDAS/4: EL RESCATE


1.- Un programa político de izquierdas contesta a la actualidad. Pero, a su vez, busca contestar desde un análisis más allá de lo anecdótico y lo visceral. Por ello, al opinar sobre el rescate no puede hablar solo de él sino de algo más.

2.- La primera pregunta es si hay que rescatar a los bancos. La segunda es si estamos de acuerdo con la ayuda europea. Por supuesto, si se contesta que no a cualquiera de las dos preguntas, el artículo explica el motivo y concluye aquí. Nosotros, sin embargo, vamos a contestar que sí a ambas. Por tanto, debemos explicar la causa de nuestra afirmación. Pero, no solo eso. Debemos señalar, además, que lo decimos desde un pensamiento de izquierdas. Y más: debemos decir que esta acción, salvar a los bancos y recibir el rescate, es de izquierdas.

3.- Lo primero, es explicar por qué defendemos rescatar a los bancos. En el pensamiento de la autoproclamada izquierda se están extendiendo dos falacias. La primera, más teórica, es la distinción entre economía real y financiera. La segunda, más visceral y que necesariamente no defiende el que asegura la anterior, es la extraña idea de que este, el Capitalismo, no es nuestro sistema sino el suyo (sic). Empecemos por la primera.

4.- Cuando quienes distinguen entre economía real y financiera hablan así lo que pretenden distinguir, grosso modo, es una economía productiva, industrial fundamentalmente y de forma secundaria de servicios, frente a la economía mala y especulativa del mundo financiero. Así, se asegura, habría que apoyar a la primera e ignorar, cuando no penalizar, a la segunda. El problema surge porque la distinción es falsa. No solo falsa, es reaccionaria como teoría explicativa del actual capitalismo.

5.- ¿Reaccionaria? ¿Falsa? Efectivamente, la finalidad del capitalismo no es la producción de objetos o de bienes sino de mercancías. Y al nivel de mercancías lo mismo es un coche, un satélite, un libro, un crédito, unas acciones o, incluso, una vida humano, como hemos repetidamente expuesto en este blog. Quienes distinguen, sin embargo, entre economía real y financiera todavía piensan que hay realmente diferencia económica entre los productos puramente materiales, industriales, y los financieros sin comprender que la economía no es burdamente sensual –en cuanto a los sentidos, que nadie se emocione- sino pura racionalidad abstracta: se generan mercancías. Se parecen los que así distinguen, en definitiva, a los niños pequeños que prefieren monedas a billetes en sus huchas porque aquellas tienen metal y estos son de papel: no comprenden, tierna y estúpida edad, el valor. Así, en el capitalismo abstracto que es el modelo actual, la diferencia es pueril: no se corresponde a la realidad.

6.- La segunda idea, y aún más infantil que la primera, es la que de que este no es nuestro sistema. Aquí hay que precisar mucho para desmontar la ñoñería.
Primero: una cosa es que el sistema sea explotación, que lo es, y otra que por eso cualquier cosa sea mejor. Es decir, criticar el capitalismo no es estar a favor de cualquier cosa que no sea capitalismo. Hay cosas que lo podrían sustituir, el comunismo soviético lo intentó, que no merecen nuestro apoyo.
Segundo, y unido al punto anterior de la presunta diferencia entre economía real y especulativa, la banca no existe como una realidad independiente a la economía productiva o al resto de las realidades económicas. El sistema financiero, queramos o no, somos usted y yo, la industria y Alemania o EEUU. La auténtica globalización ha llegado a un punto en el cual es imposible distinguir entre sectores económicos aislados. Si el Capitalismo es totalitario, como defendemos en este blog, es totalitario también en cuanto a su imposible partición. No hay un capitalismo financiero como no hay un individuo productor y otro consumidor. La eliminación de una parte implica el fin de todo. Por supuesto, y esto es muy importante, esto no debe confundirse con que todos tengamos la misma responsabilidad.
Tercero, ahora clama el rebelde: mejor, que se hunda todo. Claro que sí: ¿y qué si el sistema se hunde? ¿Tal vez autogestión y moneda local? ¿Tal vez algo de trueque? Para algo pusieron Educación para la Ciudadanía: se ve venir un mundo mejor. Pero, luego despierto. Puede ser que usted, amigo rebelde, sea muy antisistema mientras saca su tarjeta de crédito para pagar -o quizás pague en efectivo con la abstracción papel moneda-  o cobra su nómina de funcionario o ha tenido una buena herencia, pero comprenda que el colapso económico perjudica proporcionalmente. Y los pobres, tal vez usted no lo sepa, necesitan comer todos los días. La ñoña convicción de que la crisis del sistema bancario no afectaría a la población es parecida, así, a las tonterías del inútil y teledirigido Rajoy cuando señala que el rescate no implica condiciones para España. Es, en última instancia, obviar la globalización del capitalismo.

7.- Entonces, ¿a favor del rescate? Hay una diferencia entre partidario y necesitado. La única solución es el rescate y la única solución es salvar a la banca. Lo contrario sería un desastre nacional que, curiosamente, perjudicaría esencialmente a las clases sociales que menos recursos poseen y viven de su trabajo. Pero es que, además, el hecho del rescate es, para un programa de izquierdas, una buena noticia.

8.- ¡Una buena noticia! ¡Usted es un fascista, clama la muchachada, y no pienso volver a leerle! Pero no se vaya, por Dios, que tengo tan pocos… En fin, me explico. En el rescate a España hay tres elementos interesantes para la izquierda: primero, la acción del gobierno Obama; segundo, que no sea una intervención sino que se circunscriba a las finanzas; y tercero, que la política de Rajoy, la política de la derecha, haya demostrado ser un auténtico fracaso económico.

9.- Vamos a analizar:
La acción del gobierno Obama ha sido clara. Cuando Obama ha señalado que los recortes no eran la panacea ha dicho algo más: se ha significado en contra del plan, ya explicado en este blog, de precarización europea. EEUU no puede admitir dicho plan no por motivos de defensa de derechos humanos sino por motivos económicos. Efectivamente, ese plan desestabilizaría su potencial económico al crear una segunda China, auténtico ideal del proyecto de la oligarquía europea, en la Europa del sur y del este. Así, cuando Obama pidió la intervención bancaria hacía algo más: señalaba que EEUU no compartía el proyecto de precarización europea por, evidentemente, interés propio. Y eso es una buena noticia.
Al tiempo, y con Hollande a la cabeza también por interés propio, un cada vez más amplio sector europeo empieza a comprender que la única solución de Europa es su cada vez mayor implicación supranacional. Esto no era nuevo, de hecho ya no hay soberanía nacional lo que conlleva un déficit democrático, pero lo novedoso de este rescate es que se limita a la banca. Y esto no tiene solo que ver con el tamaño de la economía española sino con algo más: una incipiente creencia de que la economía nacional ya no existe, por eso no se rescata al país, y sí la economía europea. Europa toma como suyo el problema de la banca española –por cierto, fundamental el problema de las cajas de ahorros, que de eso hay que hablar- porque ya no existe la economía española ni alemana. Y eso es bueno porque hace más factible ese proyecto ya presentado aquí de Europa como país.
Y la mejor noticia es el ridículo absoluto de la derecha siempre presentada ante sí misma como la mejor gestión. El rescate ha venido ha dejar claro algo que todos sabíamos: la primera reforma necesaria era la financiera. Sin embargo, Rajoy y el PP corrieron a hacer la laboral porque la oligarquía europea estaba detrás de se proyecto de precarización ahora cuestionado. Así, el gobierno de derechas ha demostrado no solo que no es más que el botones de la oligarquía europea sino incluso su inutilidad en la política de imagen con la espantada ridícula de Rajoy escondiéndose.

10.- ¿Es entonces el rescate lo mejor? Ahora mismo sin duda. Lo contrario era acabar con el país y con cualquier proyecto progresista europeo. Lo contrario era hacerle el juego a la derecha de la precarización absoluta. Es falsa la tesis de cuanto peor, mejor. La realidad es simple: cuanto peor, peor. Menos, por supuesto, en el sueño de las élites y las vanguardias.

y 11.- ¿Aceptar entonces el rescate? No, aprovecharlo. Ese es el verdadero camino de una izquierda con vocación de poder real. Se trata de utilizar ese mismo rescate para cambiar el rumbo de todo ese proyecto de precarización europeo que por fin ha mostrado una pequeña grieta. Por primera vez desde la crisis, el rescate ha abierto una cierta esperanza (recuerden el punto 9). No es mucho, pero ya señalaba Arquímedes –esto no se lo esperaban, ¿verdad?- que con un punto de apoyo se podía mover el mundo. Ahora falta precisar la palanca.

jueves, junio 07, 2012

MIS ALUMNOS (otra vez más) ME CRITICAN.

Yo sé que soy cansino. Pero, frente a quienes sienten que cualquier evaluación de un servicio público es una concesión al neoliberalismo malvado, estamos los que creemos que esa evaluación es un derecho de la ciudadanía en democracia. Por eso, si ustedes entran en  La lechuza de Minerva y van allí a Actividades -donde pone Blogs-  pueden ver la crítica de mis alumnos a mi labor como profesor. Muchas, por cierto, muy interesantes.

martes, junio 05, 2012

CAPITALISMO Y MALDAD/2: El límite, y la grandeza, de la crítica de Marx.

Así como el hecho de que algunos esclavos anduviesen mejor vestidos y mejor alimentados, de que disfrutasen de un trato mejor y un peculio más abu­ndan­te, no destruía el régimen de esclavitud ni hacía desaparecer la explotación del esclavo, el que algu­nos obreros, individualmente, vivan mejor, no suprime tampoco la explotación del obrero asalariado. El hecho de que el trabajo suba de precio por efecto de la acumulación del capital sólo quiere decir que el volumen y el peso de las cadenas de oro que el obrero asalariado se ha forjado ya para sí mismo, pueden tenerle sujeto sin mantenerse tan tirantes.(...) Es decir, que por muy favorables que sean para el obrero las condiciones en que vende su fuerza de trabajo, estas condiciones llevan consigo la necesidad de volver a venderla constantemente y la reproducción constante ampliada de la riqueza como capital.
Karl Marx, El Capital, volumen I, cap. XXIII
          

¿Qué tiene de malvado el capitalismo? ¿Por qué hay que estar en su contra? Dedicamos el artículo anterior de esta serie a resumir qué entendemos por capitalismo. De hecho, hasta ahora nuestra principal labor ha sido la descripción de ese mismo sistema. Ahora, sin embargo, se trata de algo distinto: hacer un juicio de valor. Y algo así necesita un análisis diferente.

La crítica de Marx al Capitalismo se desarrolla en dos frentes. Por un lado, hay una crítica filosófica y por otro una crítica económica. La pregunta es si Marx fue capaz de unificarlas o sustituyó una por otra en su trayectoria crítica. Si sustituyó una por otra, entonces Marx dejó un camino para seguir solo otro, tal vez pensando que el camino abandonado ya no tenía sentido. Si no lo hizo, es decir: buscó unificarlas, debemos señalar cómo y si realmente lo consiguió.

La crítica filosófica de Marx al Capitalismo se basa en la idea de sujeto que el propio Marx tiene. Para Marx, el ser humano  se desarrolla como tal cuando realiza la praxis: a través de su acción transforma la realidad y la hace humana. Así, la crítica al Capitalismo se produce porque el sistema no permite este desarrollo en el trabajador sino que este solo trabaja para producir más capitalismo. Y al producir más capitalismo, y de acuerdo a lo anterior, el ser humano, ya convertido solo en trabajador, únicamente produce Capital traicionando su praxis y su humanidad: no humaniza el mundo. El Capitalismo, por ello, es culpable porque impide ser realmente sujeto.

La crítica económica se basa en el concepto de plusvalía. El capitalista no paga con su salario al obrero su trabajo -que para Marx se identifica con el valor del producto- sino la fuerza de trabajo -lo que necesita el trabajador para seguir produciendo, su combustible-. De esta forma, el trabajador se ve estafado pues entre lo que él realmente ha producido y lo que recibe hay una diferencia que se queda ilícitamente el empresario, descontado ya el gasto en la producción, que es la famosa plusvalía. Así, al cobrar menos de lo debido, existe explotación. Y esta explotación es el beneficio capitalista. El sistema capitalista, así, sobrevive necesariamente explotando el trabajo del proletariado. 

Esta última crítica, la económica, parece un esquema perfecto y de hecho es la que tuvo éxito: incluso hoy en día se emplea. Marx debería haberla defendido abandonando al tiempo la filosófica: demasiado metafísica. Sin embargo, no lo hizo ¿Por qué?

Si la explotación era debida a la plusvalía parecería evidente, como defendían muchos movimientos socialistas y anarquistas, que esta explotación acabaría si el obrero conseguía  la devolución íntegra del producto del trabajo, es decir: que la injusticia de la situación acababa pagando todo el dinero debido al trabajador. Así, una restitución económica  terminaba una injusticia económica. Sin embargo, y no curiosamente, Marx estaba en contra de esto. Es más, llegó incluso a señalar que daba igual la cantidad de sueldo cobrado porque la explotación capitalista seguiría. Así, un obrero podría cobrar un sueldo altísimo y sin embargo seguir siendo explotado: pero esto era una incongruencia con su crítica económica. Y entonces la pregunta surge inmediatamente ¿Por qué Marx defendía esto? ¿No estaba en la economía la explotación? ¿No hay entonces sueldo justo? Marx parece que se lía solo. No lo parece, se lía.

Ahora un aparte.  Se está generalizando una costumbre muy peligrosa en filosofía: hacer decir a los autores lo que nos gustaría que hubieran dicho. Así, todo autor acaba siendo absolutamente actual en el sentido de que acaba ofreciendo soluciones a los problemas contemporáneos. Pero, esto es un gran error y una gran injusticia. Es un error porque acaba convirtiendo la crítica filosófica en algo parecido a esas iglesias protestantes donde todo se soluciona con un versículo bíblico  -no en vano, la hermenéutica procede de la teología-. Y es una injusticia porque niega la obra del autor y de la tradición: parece que nadie ha sido capaz de descubrir lo que quiso decir el autor hasta que llegó su gran intérprete actual -y  lo vende en un libro-. Nosotros, sin embargo, queremos ser absolutamente justos con Marx. Marx no soluciona el problema porque era imposible que lo hiciera. No era un profeta, solo era un filósofo: no deliraba, pensaba. En fin, no mentía, filosofaba. Un filósofo no pretende hablar de las ideas en su mente, sino de la realidad. Pero al tiempo, exige a esa realidad una racionalidad que puede superarla. Eso le ocurrió a Marx. Eso le ocurrió a toda la filosofía moderna. Y después de esta frase enigmática -pero chula- expliquemos. ¿Cuál es el problema de la crítica de Marx?

En primer lugar, toda la crítica económica de Marx -aunque no su análisis del capitalismo- está centrado en el factor trabajo. Al igualar valor del producto y trabajo depositado en él, Marx está dejando de lado otros factores económicos que estructuralmente en su momento podían no ser fundamentales pero ahora sí lo son. Curiosamente, Marx emplea varios para su análisis general, de hecho comienza El Capital por la mercancía, pero para fundamentar la injusticia del capitalismo se centra solo en el trabajo. Así, la crítica económica de Marx no puede mantenerse: es demasiado parcial. La crítica económica de Marx, producto de su contexto histórico, es demasiado limitada. El Capitalismo ya no es eso.

Sin embargo,  ocurre al revés con su crítica filosófica que es demasiado extensa: la exigencia de racionalidad de su teoría va más allá de lo inmediato. Marx es un pensador moderno -el último de los grandes- y su idea de sujeto es demasiado absoluta para el capitalismo decimonónico pero, al tiempo, es la clave de su todavía actualidad.

La idea clave de la modernidad es la idea de sujeto. Una interesante diferencia entre la tragedia griega y la obra de Shakespeare es que mientras Edipo no ha hecho nada voluntario para escribir su destino, Hamlet o Macbeth, o don Quijote, construyen su historia: son sujetos. Así, la idea de sujeto es fundamental en la Modernidad. Pero esto también nos señala que  sujeto y ser humano no se identifican necesariamente. Efectivamente, el ser humano es la base para el sujeto pero no todo ser humano es sujeto. De hecho, este solo existe como ideal desde la filosofía moderna, en occidente y a partir del siglo XVII. Y este ideal, que recorre toda la filosofía desde entonces, es el que defiende Marx. Y ahí está la clave del límite de su crítica y, al tiempo, de su permanencia.

La clave del pensamiento de Marx estriba en que en realidad la auténtica crítica marxista al capitalismo es la crítica filosófica y de ahí la imposibilidad de un sueldo justo aunque este restituyera la plusvalía. El problema, a su vez, viene porque dicho sujeto –que es la clave- solo es un ideal filosófico y Marx pretende hacer una filosofía antimetafísica. Así, Marx intenta fundamentar la crítica en el concepto de plusvalía por su interés materialista pero a su vez comprende, muy a su pesar y yendo incluso contra su sistema, que dicho concepto es insuficiente. Es imposible unir las dos críticas. Marx defiende que el capitalismo no explota al ser humano, pues entonces cabría el sueldo justo, sino al sujeto. Pero Marx, a su vez, no puede fundamentar esta idea de sujeto.

Efectivamente, Marx es consciente de que el capitalismo decimonónico no explota al sujeto como tal sino a una realidad parcial del mismo en un doble sentido.
Primero, como unidad en su producción económica, su trabajo que es solo una parte parcial de su vida.
Segundo, como parcialidad social: solo implica al proletariado. Así, sujeto solo acabaría siendo el proletariado lo que iría en contra del discurso ilustrado, universal, de la emancipación.

Por todo ello, para Marx el concepto de praxis va más allá del de trabajo asalariado y es más amplio. Y es consciente de que todo ser humano, es decir: todo ser racional, debería ser sujeto. Y por eso, en Marx el trabajo asalariado no iguala a la praxis y ahí viene su problema. La explotación parcial del primer capitalismo no puede considerarse como explotación de sujeto como tal sino de solo una parte como ya hemos señalado: solo de una parte de su vida que es el trabajo; solo de una parte de la sociedad que el proletariado.

Por ello, Marx señala la plusvalía como hecho económico explotador en su afán de fundamentar materialmente la explotación pero –en su afán de verdad-  no como el hecho económico que superado implique el fin de la explotación. La idea de sujeto es la clave. Y sigue siéndolo.

La grandeza de Marx no es darnos soluciones, es delimitar el problema. Ya no seguimos igual. Bueno, tal vez sí, pero vaya rollo he metido.