miércoles, abril 27, 2011

1º DE MAYO: LUCHA OBRERA Y SINDICAL

Yo siempre con la lucha obrera y sindical.

A punto de gritar un sincero a la par que viril, pero sin patriarcado por supuesto, ¡VIVA LA LUCHA DE LA CLASE OBRERA!

He pensado, y solito, un lema para la próxima manifestación del 1º mayo, exponente claro de esa misma lucha sindical ejemplar, aunque alguno se vaya de puente.

Y viendo que el lema que los sindicatos, igualmente ejemplares de clase, es "Empleo con derechos. Contra los recortes sociales" –porque eso sí, ya lo de empleo sin derechos por ahí no pasamos- he pensado lo siguiente.

Tal vez -a riesgo de discrepar con tantos hermanos y hermanas delegados que dan su vida diaria por los trabajadores incluso sin tener opinión- esta consigna proletaria se queda tal vez, quien sabe, no seré yo el que lo diga, un poco corta.

Y por ello propongo, con modestia y humildad, algo distinto.
Un lema rotundo.
Un lema sin transigir con el gran capital.
Un lema frente a la ofensiva neoliberal que nos invade.

¡¡¡NO A LA JUBILACIÓN A LOS 99 AÑOS !!!

(Para que luego digan que vivo en una torre de marfil).

lunes, abril 25, 2011

EL NUEVO CAPITALISMO/2

En la anterior entrega de esta serie analizábamos el cambio fundamental que se da entre el nuevo capitalismo y cualquier otro sistema anterior incluyendo el propio capitalismo clásico anterior. En todos los sistemas precedentes, decíamos, el papel de los seres humanos había sido el de fuerza de trabajo mientras que en el sistema actual los seres humanos son mercancía. Y esto, añadíamos, lejos de liberarles de la explotación ha llevado a esta hasta una radicalidad nueva pues explotación es ya la propia vida como existencia. Así, antes al ser fuerza de trabajo, había un momento de explotación y otro de recuperación de esa misma fuerza donde la explotación no podía tener efecto; ahora, sin embargo, la explotación es en cada instante. Por ello, concluíamos, al tiempo y en una aparente paradoja, han mejorado ostensiblemente las condiciones materiales de vida a través de la necesidad del consumo.

Este articulo actual pretende, una vez sentada la base económica sobre la que se establece el nuevo capitalismo, explicar las consecuencias que esto genera socialmente y como el capitalismo actual poco tiene que ver con el anterior. Es decir, pretendemos analizar la configuración de la sociedad desde la base económica. Pero antes, y de eso va esta parte, necesitamos hacer una aburrida -¿otra?- consideración metodológica sobre la relación entre esa base económica de explotación radical –el hombre como mercancía- y la sociedad dada. Es decir, plantearnos si lo que defendemos es un automatismo entre base económica y superestructura, para hablar en términos marxistas clásico y que se traduce como una relación de necesidad entre el sistema económico y la sociedad dada, o no.

En primer lugar, no se puede pretender una teoría del reflejo, que defiende a la base económica responsable directa de cada fenómeno social, pero tampoco defendemos una ausencia absoluta de relación entre lo señalado como hecho productivo y lo referido a la conciencia social –entendiendo esta como el conjunto de fenómenos sociales no estrictamente económicos-. En nuestra teoría -¿a que sonó pretencioso?- la relación entre la producción económica y los fenómenos sociales son como condición de posibilidad. Sin embargo, esto no es decir mucho. Iremos más allá.

En los sistemas anteriores, donde el individuo era fuerza de producción, las consecuencias sociales para la mayoría de la población eran de un determinismo extremo: los fenómenos sociales ocurrían de acuerdo a los procesos productivos excepto, precisamente, entre las élites que liberadas de la determinación extrema de la producción, es decir: de ser fuerza de trabajo, podían llevar una vida como condición de posibilidad. Así, las élites sociales hacían literalmente la historia de acuerdo a su acción que si bien no podía sobrepasar lógicamente su condicionamiento histórico sí podía lograr, sin embargo, ir en una u otra dirección. Y esto lo señalaban también las ideas sociales. Por eso, occidente y oriente se separan especialmente a partir de la baja edad media –usamos cronología occidental- tanto como consecuencia de una historia anterior como, esencialmente, como producto de una nueva visión ideológica que surge en occidente y que luego se conocerá como modernidad.

¿Cuál es la diferencia ahora? Hay una similitud y una diferencia. La similitud es que la conversión de los individuos en mercancía, clave del nuevo capitalismo, sirve como condición de posibilidad de los cambios sociales que se expondrán, pero ahora para toda la población –y así la vida individual va a aparecer como libre autodeterminación-. O diciéndolo de modo negativo, la nueva sociedad que aquí se va a explicar no sería posible si no fuera porque los seres humanos han pasado de ser fuerza de trabajo a ser mercancía. Pero eso, claro está, no quiere decir que automáticamente una cosa lleve a la otra. Por ejemplo, una consecuencia posible de la nueva base económica –los individuos como mercancía- es la mejora del nivel económico de la población para el consumo. Pero, por supuesto, esto no quiere decir que necesariamente se dé pues dicha mejora puede acabar siendo para el mercado exterior y dejar a la población interna como mera fuerza de trabajo –dilema al cual deberá enfrentarse China en los próximos 25 años-. Así, el nuevo capitalismo es la condición de posibilidad de un nuevo modelo social que se da ya, y se va a dar, en los países económicamente avanzados pero que no, necesariamente, se dará en todos pues puede haber países donde su población sea solo fuerza de trabajo y por tanto su existencia valga poco –lo que se llama países pobres-. Diciéndolo brevemente: una parte, y muy importante vaticinamos, de la población mejorará su condición económica por el desarrollo del propio sistema pero eso no quiere decir necesariamente que toda la población mundial lo haga. Y donde esto no se produzca la vida humana –como ha sido norma habitual en la historia, por cierto- seguirá no valiendo nada. Y donde se haga –también por cierto- la vida humana valdrá su valor en el mercado del sistema.

Pero hay algo más –ya acabo por hoy-: el nuevo capitalismo, al desarrollar la producción como vida, implica también el modelo de una nueva forma de ser –y debe leerse esto en su sentido literal fuerte-. Lo que la modernidad intentó en un sentido ideológico, en cuanto a un terreno constreñido al ideal: formación de una nueva forma de ser humano,el capitalismo actual lo está desarrollando de forma real -pero en sentido, bien es verdad, opuesto-. La modernidad pretendió generar sujetos y el desarrollo del capitalismo pretende generar determinado tipo de individuo –pero no sujetos- con unas características determinadas. Así, lo interesante del nuevo capitalismo, también, es la formación determinada de una manera de ser humano que ya no responde a un ideal, como en el discurso moderno, sino a una posibilidad real. Sin embargo, y esto es algo que también veremos, esta forma de ser no remitirá a algo concreto sino a una formalidad, a una estructura de sustentación de la mercancía.

Por último, hasta aquí hemos hecho una diferenciación, clásica, entre la producción –base económica- y los hechos sociales –superestructura-. Esa distinción, como igualmente analizaremos, ya no es posible pues la radicalidad de la producción del nuevo capitalismo implica que todo sea producción. Ya no hay ideología, para ser brillante y enigmático a la par, porque todo es producción ideológica. Y también porque, curiosamente, la falsa conciencia, en cuanto aquello que no pertenece a la realidad material, es curiosamente mi propio discurso.

Pero todo esto –y ya sé qué usted piensa que lo va a leer un familiar cercano mío- otro día. Y una cosa sincera. Si usted heroicamente ha llegado hasta aquí y no ha comprendido lo que quería decir no lo achaque a la, presunta, profundidad de mi discurso sino a mi torpeza al redactarlo y, tal vez, a que no sea tan interesante como yo creo.


viernes, abril 22, 2011

SEMANA SANTA/ y 4

1.- Libro Primero de los Reyes, 18 19 y ss.
Cuenta el Antiguo Testamento que hubo una vez una competición entre el profeta Elías, fiel devoto de Yahvé, y los sacerdotes de Baal. La competición consistió en ver cuál de los dos bandos y a través solo de sus plegarias conseguiría que su dios encendiera el fuego de un sacrificio. Los sacerdotes de Baal lo intentaron, pero sin éxito. Y al llegar su turno, Elías, según dicen, pidió que echaran abundante agua sobre el ternero muerto, sin duda para dificultar la cosa. Así se hizo y entonces Elías rogó a Yahvé y un rayo cayó del cielo haciendo arder la carne.

2.- Evangelio de San Mateo, 17 19-20
Entonces los discípulos se acercaron a Jesús, en privado, y le dijeron: ¿Por qué nosotros no pudimos expulsarle? Díceles: Por vuestra poca fe. Porque yo os aseguro: si tenéis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: "Desplázate de aquí allá", y se desplazará, y nada os será imposible.

3.- http://www.elmundo.es/elmundo/2011/04/22/andalucia_sevilla/1303434973.html
Llueve en Sevilla y la gente no puede sacar adelante las procesiones. Lo llaman la madrugá. Primero, gran costernación, pero grande, grandísima. La desilusión se palpa en el ambiente. Segundo, y visto lo visto, poquita fe.


lunes, abril 18, 2011

SEMANA SANTA/2: EL ESTATUS SOCIAL DE LA IGLESIA CATÓLICA.

¿Conoce usted a alguien o por lo menos a alguno que conozca a otro o a uno al cual le haya dicho un tercero que hay alguna persona que siga los mandamientos de la iglesia católica en materia moral en general y sexual en particular? ¿Conoce usted a alguien, pongamos de menos de sesenta años, que cumpla los sacramentos de la iglesia? ¿Conoce usted a alguien, o incluso le han hablado de alguien que no sea trabajador de dicha empresa, en fin, que siga las enseñanzas, entre reaccionarias y ridículas, del colectivo eclesial católico?

No lo conoce, yo tampoco. La respuesta es simple: la iglesia católica está socialmente en el basurero de la historia. Su influencia es mínima y su valor en lo relativo a las costumbres y la vida personal absolutamente inexistente: nadie hace caso a sus enseñanzas. De dominar y controlar la vida individual la iglesia ha pasado a ser, sociológicamente, un aspecto folclórico de este país. Y todo ello en apenas 30 años. La gente puede declararse creyente y seguir bautizando a sus niños, pero es un rito social y no religioso. A lo que diga un cura en el altar nadie le presta atención.

Sin embargo, y esta es una paradoja, la iglesia católica sigue teniendo una presencia política y en los medios de comunicación prominente. No hay declaración que haga su directiva que no resulte publicada y contestada como si dijo algo socialmente relevante. Y no solo lo hace así la derecha para explayarse en la sabiduría de los pastores, los perros también pastorean hay que recordar, sino, lo que resulta más sorprendente, igualmente lo hace, y aún más, la izquierda. Precisamente, este artículo pretende analizar esa desproporción entre la importancia social de la iglesia, nula, y su importancia mediática y política, amplísima.

¿Por qué, por ejemplo, el último gran debate de la autoproclamada izquierda, llevado a cabo incluso como acto de protesta, ha sido el fascinante, relevante e importantísimo problema, clave sin duda en el desarrollo de la emancipación, de las capillas en la universidad? ¿Cuántos del casi millón y medio de estudiantes universitarios van a las capillas?¿Cuántos hacen caso, incluyendo a los que van, de lo que allí se dice? Sin embargo, ha sido la gran movilización universitaria e izquierdista. E incluso cuando el periódico de la referencia progre, Público, entrevista al nuevo y magnífico rector de la complutense es el tema más destacado ¿Por qué?

Para toda propaganda hay algo esencial: la existencia de un enemigo. El enemigo encauza las posibles desavenencias del grupo, lo uniforma y provoca la reacción unánime. Al tiempo, la simpleza del enemigo, real o ficticia, permite un ataque elemental, una unión emocional, que genera la identificación plena del colectivo. Y además, sirve para ocultar la propia inanidad -ideológica, política y social- de ese mismo colectivo solo crítico con aquello que no es relevante. La presencia del lobo feroz satisface, curiosamente, a los borregos. Así, en realidad, la autoproclamada izquierda vive feliz con sus dos enemigos satanizados: el malvado neoliberalismo –otro día analizamos ese mito- y la terrorífica iglesia. Que esta última no tenga la menor relevancia social es indiferente para su satanización: al papa le escucha más la izquierda que la sociedad. De hecho, la autoproclamada izquierda es la única que aún toma en serio las tonterías vaticanas. La autoproclamada izquierda ya solo sirve, sin discurso social o político fuera de la consigna, para pelear con lo inútil. Pero ello, a su vez, satisface las ansias de su club de fans. Si uno va a un concierto no quiere oír las nuevas canciones, conocedores de su escaso nivel, sino tatarear las viejas a ser posible con el mechero encendido –y, a veces, buscando escandalizar quedándose en sujetador hoy día en que cualquier niña de quince años va medio desnuda por la calle-.

Y esto, curiosamente, también le viene bien a la propia iglesia. La iglesia, afortunadamente, ya no tiene el control social, pero sin embargo sus negocios como holding no solo no han bajado sino que crecen. El holding empresarial de la iglesia se da fundamentalmente en educación, sanidad y, recientemente, con un desembarco en los medios de comunicación: sus piadosas órdenes son corporaciones empresariales. Y ese es el motivo,y no una mera afinidad ideológica, por el que la iglesia apoya a la derecha política: al fin y al cabo, su mayor cliente no es el libre mercado sino el estado a través de la gestión privatizada de los servicios públicos. Así, la iglesia admite en sus servicios divorciados, ateos o paganos politeístas no como una imposición del malvado estado laico sino como un gasto más para la factura y un beneficio en la cuenta de resultados. Pero hay más. Este holding empresarial es tratado con favoritismo por un estado al que se le presenta esa misma (falsa) relevancia como motivo de chantaje: la mayoría de España es católica, le dicen. Y todos sabemos que es falso, incluido el propio estado, pero a todos los cuerpos integrantes de la oligarquía política, de derechas para sacar pecho y de izquierdas para tener un enemigo, le interesa mantener el mito. Imaginen que alguien gritará que el emperador está desnudo y que nadie, tal vez algunas monjas, le hacen caso.

Así, mientras la izquierda interrumpe la eucaristía ideológica, parte menos importante por ser el discurso que nadie sigue, deja impoluta la eucaristía económica. La iglesia como holding empresarial genera con su discurso moral una auténtica cortina de humo, voluntaria o involuntariamente eso no es importante, que la autoproclamada izquierda -sin discurso político, económico o social- utiliza a su vez como salvaguarda. Puede ser que el hombre de falda larga y que se hace llamar obispo crea en lo que dice y puede ser que la señorita en pantalones al quedarse en sujetador lo haga siguiendo los dictados de su conciencia. Pero, eso socialmente no importa. Lo que interesa es que la relevancia social de ambos hechos es menor que la jornada de liga. Y lo que importa es que aquello socialmente relevante, la iglesia como holding empresarial, queda apartado de la radical protesta izquierdista. La definición de iglesia es un holding empresarial que de vez en cuando recuerda a la población que debe copular para engendrar: como hacen los animales. Y entonces la izquierda respira aliviada para criticar y montar actos de protesta. Mientras tanto, y a todo esto, la coyunda continúa.

martes, abril 12, 2011

INDIGNAOS/2 (algo sobre un panfleto)

Nota: para el texto se utiliza la siguiente traducción.

1.- Hay un texto de Kant que tal vez sea el más hermoso de la historia de la filosofía. En él plantea un dilema. Alguien que ama a la humanidad y llevado de esa filantropía emotiva la socorre frente a alguien que la odia a ella y a sí mismo -porque se conoce tal vez demasiado bien, añade el filófoso- y que, sin embargo, la ayuda porque lo considera su deber: ¿quién es mejor moralmente? Y concluye Kant: aquel que lo hace por el deber que surge de su razón.

2.- Os deseo a todos, a cada uno de vosotros, que tengáis vuestro motivo de indignación. Es algo precioso. Cuando algo nos indigna, como a mí me indignó el nazismo, nos volvemos militantes, fuertes y comprometidos.
Indignaos surge de la emoción y esta escrito para la emoción. Las emociones tan publicitadas, sin embargo, tienen algo, tal vez mucho, de falso. Y eso tan repugnante que hay en la emoción es lo que no escapa del círculo de lo autosatisfecho.

3.- El panfleto Indignaos tiene todo aquello que cualquier autoproclamado izquierdista encantado de haberse conocido puede desear: un mito histórico; un análisis simple; una presencia permante de superioridad moral; un tono de marketing progresista; y, por última, una autosatisfacción en ya ser como somos. Y una guinda, ¿cuál es la mayor injusticia internacional? Sí, Palestina.

4.- Nosotros, veteranos de los movimientos de resistencia y de las fuerzas combatientes de la Francia libre, llamamos a las jóvenes generaciones a vivir y transmitir la herencia de la Resistencia y de sus ideales. Nosotros les decimos: tomad el relevo, ¡indignaos!
El mito histórico. Resulta curioso. Señalaba Marx que si la revolución quería construir un mundo justo no podía sacar su poesía del pasado sino solo del porvenir. Sin embargo, empieza a ponerse de moda, también lo estuvo en el stalinismo, que el pensamiento presuntamente de izquierdas se retrotraiga a épocas pretéritas y edades de oro –en Francia la Resistencia, en España la República- como fundamento de su discurso. Todo el fundamento del texto de Hessel es ese. La Resistencia ya lo hizo. Y a partir de ahí en un idealismo entre ñoño y traidor, incluyendo mención a Hegel, se presenta un pasado histórico no solo imposible de repetir sino históricamente falso. Baste señalar que en el texto solo se cita a EEUU para llamarle capitalista, ¿y Francia no?, y para hablar mal, con razón de Bush: todos sabemos que Francia se liberó sola.

5.- Pero, ¿qué significa un mito histórico? Centrarse en un mito histórico es, precisamente, la negativa a estudiar el presente como diferencia. Es decir, es negarse a reflexionar de la única forma posible: desde lo actual. Y lo es porque ya no existe respuesta desde esa perspectiva.

6.- Y siempre un análisis simple.
El interés general debe primar sobre el interés particular, el justo reparto de la riqueza creada por el trabajo debe primar sobre el poder del dinero (…) la actual dictadura de los mercados financieros que amenaza la paz y la democracia.
Así, todos contentos. El mundo se divide en buenos y malos, en un malvado sector que junta todas las miserias, actualmente son los mercados financieros como antes la malvada burguesía, y otro que tiene el bien: la riqueza creada por el trabajo. Todo tan evidente que causaría sonrojo si no fuera porque sirve para la ñoñería de un análisis que no puede conducir a nada. El sistema más abstracto y complejo que haya existido sobre la tierra se reduce a ricos y pobres.

7.- Y encantados de haberse conocido.
Pero lo más curioso del panfleto es su título, su inicio. El lema, la consigna, aparece en el propio título: en el inicio ya está el Indignaos. Y es un lema de pastor religioso, de contenido moral y piadoso.

y 8.- Comparemos con otros dos panfletos, el de Kant contestando a qué es la Ilustración y el Manifiesto Comunista de Marx y Engels.
En el primero hay un lema curioso: Sapere Aude (Atrévete a valerte de tu propio entendimiento). Obsérvese que Kant, la Ilustración aquí, no exige la identificación sino la individualidad autorreflexiva. No estamos con Kant ni con la Ilustración sino que pensamos y por eso la apoyamos. Nos piden reflexionar, nos alejan de las consignas.
En el segundo sí aparece una consigna política: ¡proletarios de todos lo países uníos! Pero es curioso, aparece solo al final. Todo el texto es un análisis, por cierto brillantísimo, no solo del capitalismo sino también, curioso otra vez, de las teorías pretendidamente contrarias a él. Es decir, los autores, Marx y Engels, no parten de la identificación sino que acaban en la necesidad de la unión a través de argumentar.
En el librito de Hessel se empieza en la indignación, se pasa por Palestina –de verdad, ¿no hay en el mundo otro sitio donde haya mayor injusticia? Bueno, el marketing es el marketing- y se vuelve a la indignación. La mentalidad autosatisfecha.


domingo, abril 10, 2011

INDIGNAOS/1 (algo sobre un panfleto)

Ha muerto Sidney Lumet. Entre las películas que he visto de él me gustan mucho dos: 12 hombres sin piedad y Veredicto final. De hecho, en Ética de 4º ESO, que una vez tuvo dos horas semanales en Madrid y ahora solo una mientras que Aguirre clama por la excelencia, mandaba ver 12 hombres sin piedad.

Me he leído, en un ratito, Indignaos, el nuevo fetiche de la autoproclamada izquierda. La pregunta es cómo algo tan intelectualmente ínfimo, tan históricamente mentiroso y tan egocéntrico puede haber sido tomado como un referente moral de progresismo. La respuesta tiene que darse despacio y sobre todo sin indignación.

Es curiosa una comparación. Todos ustedes, y quizá sea también por aquel excelente Estudio1, saben de qué va 12 hombres sin piedad: un jurado debe deliberar si un acusado es culpable o no. Al principio todos menos uno están seguros de su culpabilidad. Tal vez, hasta indignados. Pero Henry Fonda, el protagonista, que no tiene tanta certeza solo pide algo al resto. ¿Indignaos, les exige? No, les pide pensar sobre el caso y tomarse tiempo para investigar la verdad: les ofrece, en suma, argumentar y reflexionar.

Pero eso, sin duda, implica más que unas poquitas páginas escritas con letra grande.

jueves, abril 07, 2011

GOLFOS O (e) INÚTILES

Si los eurodiputados votaron seguir volando -nota: obsérvese que es seguir volando- en clase bussines porque sabían lo que votaban es que son unos golfos.
Si votaron eso porque no sabían lo que votaban es que son unos inútiles.
Y ya puestos, ¿para qué sirven los eurodiputados?

Y sí, sin duda yo soy un demagogo. Pero lo que quiero ser de verdad es eurodiputado.

martes, abril 05, 2011

EL NUEVO CAPITALISMO/1

El presente artículo pretende algo que consideramos imprescindible: hacer una distinción esencial entre el capitalismo antiguo y el nuevo. Denominamos como nuevo capitalismo aquel desarrollado de forma amplia en los países desarrollados a partir de la victoria aliada en la Segunda Guerra Mundial; y, denominamos antiguo, al anterior y especialmente al surgido al amparo de la Revolución Industrial. Por supuesto, no debe verse una ruptura entre ambos en el periodo de transición, pero sí se deben reseñar diferencias sustanciales, vistas ahora, entre ambos modelos. Es más, el nuevo capitalismo representa un cambio sustancial no ya con el anterior modelo de sistema sino con cualquier otro sistema económico que jamás haya existido sobre la tierra. Y por cambio sustancial entendemos una diferencia no solo en ciertos aspectos productivos o sociales sino en su base económica y productiva, en el modelo social y de realidad resultante y en la vida de los propios individuos: el nuevo capitalismo no solo genera una nueva producción sino una nueva realidad y una nueva forma de ser humano. Y por eso no puede analizarse desde la perspectiva clásica.

¿Cuáles son las diferencias que separan a un modelo productivo y a otro?

La primera y fundamental diferencia es un tránsito económico en el sistema productivo -recuerden, somos marxistas-: el paso del ser humano de fuerza de trabajo a mercancía. En todos los sistemas económicos anteriores el ser humano había sido fuerza de trabajo: su función fundamental en la producción económica era fabricar producción material. El trabajo humano como fuerza productiva había sido un elemento fundamental de la producción por, al menos, dos motivos: primero, la ausencia de tecnología sofisticada implicaba la necesidad de la fuerza humana; segundo, y relacionado con los anterior, el ser humano era la maquinaria más sofisticada de producción no solo para trabajos altamente especializados por su habilidad racional sino también para los trabajos necesitados de fuerza bruta. Así, la producción tenía como fuerza básica, y esto era igual en cualquier sistema productivo precedente, al ser humano que era fuerza de trabajo. Por supuesto, y al tiempo, los diversos sistemas merced a la división social del trabajo distinguían entre las clases dominantes, cuyos individuos concretos no eran fuerza de trabajo, y la gran masa de la población. Pero lo importante es que la humanidad era fuerza de trabajo en la producción material (fundamentalmente de alimentos e infraestructura).

Esto empieza a cambiar con la aparición de la industria y el primer capitalismo pero en lo esencial, el ser humano como fuerza de trabajo, se mantiene. La diferencia, sin embargo, estriba en la capacidad de vender esa fuerza de trabajo que aquí pertenece, en aras del salario y del contrato, al individuo. Pero el esquema es el mismo. Así, los sujetos eran importantes únicamente como fuerza de trabajo y esto determinaba su existencia, es decir: su vida. Pero al ser fuerza de trabajo solo podían serlo en una parte de su jornada y el resto del tiempo servía para la recuperación de esa fuerza gastada: era un tiempo estéril en la producción económica. Así, el ser humano podía resultar prescindible en cuanto individuo cuando la fuerza de trabajo sobraba. Incluso, la escasa capacidad de producción implicaba necesariamente la mala vida de la fuerza productiva pues su mera supervivencia era lo único necesario para su reproducción cotidiana del proceso productivo.

Sin embargo, esto cambia con la aparición del nuevo capitalismo. En este sí hay una diferencia cualitativa fundamental con respecto a cualquier sistema anterior. Los sujetos ya no son fuerza de trabajo tal y como esta se concebía hasta ahora. Efectivamente, los sujetos del capitalismo actual no están solo en la producción material sino también en el consumo y ambos, producción y consumo, son la producción económica. El nuevo capitalismo ha logrado superar la producción como mera creación material y ha logrado unirla a la distribución y consumo de esa misma producción e incluso a la abstracción del capital-dinero. Así, en el nuevo capitalismo ya no existe una faceta productiva dominante y otra de distribución y consumo de dicha producción como elementos diferenciados. Y esto implica que ya no exista en los individuos una producción económica temporalmente limitada: se produce riqueza en el trabajo o en el ocio. Lo novedoso del nuevo capitalismo es que todo –y todo es todo- es producción económica con la misma importancia, pues si bien puede llegar a ser predominante en el PIB el consumo, la producción material es imprescindible. Así, la producción económica se ha universalizado no solo en la economía propiamente dicha sino en la propia vida individual: no solo como teoría económica sino también como realidad existencial. La vida es producción. Los individuos han pasado de ser solo fuerza de trabajo a ser producción incesante de producción económica. Son, somos, mercancías.

Este cambio esencial en la historia de la humanidad, algo que nuca había ocurrido antes, es porque ahora el sujeto ya no solo produce al integrarse en la cadena productiva material sino al vivir (y punto): sólo con vivir se produce. Por eso, el cambio es de la fuerza de trabajo, algo limitado tanto en el sistema económico como en el tiempo vital, a la mercancía, que ocupa la finalidad última del sistema y cada instante vital. La diferencia fundamental –es decir: de fundamento- entre cualquier sistema anterior y el nuevo capitalismo es así sustancial: los seres humanos han pasado de ser fuerza de trabajo a ser mercancía.

Y este cambio sustancial, no meramente accesorio, tiene consecuencias tanto en el análisis como en la respuesta. Y esto –que es lo que la autoproclamada izquierda no ha querido, en general, ver- será la clave de esta serie.