viernes, octubre 29, 2010

MARCELINO CAMACHO

Informan que ha muerto Marcelino Camacho. Ante la muerte de una persona hay que obrar con respeto. Pero en este caso también hay que obrar con respeto, algo muy distinto, al hablar de su vida. No voy a hacer aquí un panegírico, una loa, de la vida del Sr. Camacho. Seguramente, fuera una vida llena de claroscuros: fue comunista cuando el comunismo, vamos a empezar a decirlo, no era sino la defensa de un régimen totalitario y no nada relacionado con la libertad. Tampoco voy a hablar aquí grandilocuentemente de su coherencia porque la coherencia no es necesariamente una virtud moral: no conozco a nadie más coherente que Ben Laden, que pudiendo vivir majestuosamente en Arabia sin embargo idea y apoya matar gente y negar la libertad desde condiciones míseras. Por último, tampoco le ensalzaré hipócritamente por su idealismo: no conozco a nadie tan idealista como Hitler. Y vaya, por supuesto, que el pobre Sr. Camacho no es comparable con semejantes miserables.

Sin embargo, y como le pasaría a otro personaje claroscuro como es D. Adolfo Suárez, a D. Marcelino Camacho todos los españoles le debemos un agradecimiento. Hubiera sido muy sencillo oponerse a la transición, no firmar los Pactos de la Moncloa y haber quedado, sobre todo hoy en que tanto niñato cómodamente instalando habla de traición, bien consigo y su conciencia. Su conciencia: esa es la clave. D. Marcelino Camacho en un momento dado, como Suárez, decidió que su conciencia no era toda la realidad. Y alcontrario de lo que algunos puedan pensar ese fue, como en Suárez, su inconformismo y su rebeldía: la conciencia no autosatisfecha llevó a una conciencia progresista. En un mundo en que la gente ve la realidad de acuerdo a lo que quiere ver en ella, seleccionando el canal con el mando a distancia y eliminando las noticias contrarias, D. Marcelino Camacho situó la realidad como el objeto de pensamiento y sus ideas como sujetas a permanente revisión: hizo los pactos de la Moncloa y protagonizó la huelga general del 14-D. No traicionó su conciencia porque comprendió que el solipsismo de la coherencia y del idealismo lleva a Ben Laden o a Hitler. Se enfangó del lodo de la realidad para limpiar Y limpió buscando, ahora sí, más libertad.

Por ello, solo nos queda decir una cosa a D. Marcelino Camacho en la hora de su muerte: gracias, señor.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo mejor que he leído sobre el particular y de lo mejor del blog.

Si acaso, una matización: el comunismo que refundó esta gente, el eurocomunismo de los '60 y '70, había renegado del totalitarismo soviet, en Italia, Portugal o España. De no ser así no habrían firmado ese pacto ni habrían demostrado aquel comportamiento ejemplar durante la transición.

Algunos no conocieron hasta más tarde los crímenes del stalinismo, otros hablaban incansablemente de un comunismo democrático, esto es, principios comunistas -ética de la utilidad y la solidaridad, dignidad intrínseca del ser humano y derecho a comer y participar toda su vida de una sociedad justa- pero práctica exquisitamente democrática.

Está de moda juzgar el comunismo en bloque y metafísicamente, sin distinguir periodos y corrientes, sin tener en cuenta las condiciones reales en las que vivieron aquellas personas.
Si habla usted con cualquier trabajador de aquella época y le cuenta la indigencia material y cultural a la que estaban sometidos, no creo que se les pueda reprochar moralmente no saber lo que no podían saber o no creer lo que les contaban los totalitarios nacionalcatólicos.

odradek

Un Oyente de Federico dijo...

Tiene ud. razon, es impecable, a mi entender, su razonamiento.
Pero, le explicaré porque le considero una persona coherente a Don Marcelino.

Tanto mi señora (padres de derecha) ) como yo (padres de izquierda) hemos sido educados con los mismos —identicos—, principios morales cristianos. Son los que utilizamos para discernir entre el bien y el mal.
De pequeños, ni en el cole ni en ninguna parte nadie nos habló mal del comunismo ni de los rojos, ni tan siquiera de la Guerra Civil (al menos no lo recordamos). Si recuerdo a un profesor diciendo que “…el más comunista era Cristo”.
Por tanto la percepción que teníamos de la izquierda es que era la puesta en práctica del mensaje de Jesús en Los Evangelios. Ahora me doy cuenta de que la Iglesia tuvo mucha culpa de que así fuera.
Nadie nos había hablado todavía de Paracuellos, La Brigadas Internacionales, Julian Grimau, Marcos Ana, Negrin, Largo Caballero, las checas, Stalin, Mao.
Veíamos a gente como Federica Montseny, La Pasionaria, Carrillo, Marcelino Camacho, Nicolas Redondo y otros, como apóstoles martirizados con carcel y exilio por querer extender la “cardidad cristiana” entre los obreros. Ellos decían “solidaridad”.

No tardaron mucho en caerse ellos o tirarlos nosotros, de los altares en que los habiamos puesto. Pero Don Marcelino Camacho y Don Nicolas Redondo (incluso con la estafa de la PSV) siguen ahí arriba por los meritos que, entonces, hicieron que los subieramos.

Gracias a Dios, Don Marcelino no fue coherente con su carnet de socio, pero si con la percepción que nosotros teníamos de el.

Y gracias a sabios como el. ahora los obreros podemos elegir a los hijos de falangistas que queremos que nos gobiernen y podemos jugar al bingo en libertad, sin habernos tenido que matarnos, unos a otros, para ello. Que no es poco.

Enrique P. Mesa García dijo...

A ver otra vez:
D. Odradek: Camacho pertenecía al partido comunista desde los años 30, por tanto no entró para refundarlo. Todo el que quisiera se podía enterar de los crímenes de Stalin, eran públicos tanto en la prensa como en los famosos procesos de Moscú. Y sí era totalitario. Esa gente no luchaba por la libertad y otra cosa es que ellos creyeran que lo hacían. Ahí sí le doy la razón.
D. Oyente: tiene usted una visión angelical de la Iglesia, el cristianismo y la época de Franco. Tuvo usted suerte. Fíjese, yo iba a un colegio religioso y tuve de lectura en 4º de EGB, ya muerto el dictador, un libro de SM llamado "Historia y Leyenda" (isbn: 84-348-0424-7) editado en 1976 y con 89 lecturas. Bueno, pues el tono franquista es terrorífico. De hecho le cito la útima línea del libro:"y en el aire, centenares de aviones que evolucionan escribiendo el glorioso nombre de FRANCO (sic). Todo emoción, entusiasmo, desbordado patriotismo." Por cierto, la lectura se llama "El desfile de la Victoria". No endulcemos el pasado terrible.

Anónimo dijo...

Estoy con Sr. Mesa y con Sr. oyente.

Muy buen homenaje a Camacho Sr. Mesa.

Muy buena descripción de aquella época Sr. Oyente.

Es curioso Sr. Mesa que usted subraye como nefasto el culto a la personalidad de F. Franco. Ni que Franco fuese un líder comunista. ;-)