miércoles, abril 28, 2010

EL ESTATUTO DE CATALUÑA: UNA GUÍA RÁPIDA

1.- Para comprender el problema del estatuto catalán hay que ir primero a lo fundamental y que es el auténtico motivo de su proclamación: un problema específico de la oligarquía financiera y política de Cataluña. Y es un problema distinto para una y otra.
2.- La oligarquía política, es decir: los políticos de alto nivel y con pretensiones de serlo, tienen un problema en Cataluña pues esta región –uy, lo que he dicho- es su techo de poder. Efectivamente, los políticos catalanes sitúan su cuota profesional máxima en la zona provincial. Y esta ausencia de proyección geográfica debe ser sustituida por una mayor profundidad de su poder territorial. Es decir, como un político catalán sabe que le resultará imposible acceder al gobierno de España entonces pretende que al menos tenga algo equivalente en su territorio. Y ese algo equivalente explica el deseo, que está detrás de todo el estatuto, de bilateralidad. El máximo poder posible dentro de su zona de influencia.
3.- Igualmente, la oligarquía financiera catalana tiene otro problema: la competencia nacional e internacional. Acostumbrada a ser un poder nacional protegido, históricamente el nacionalismo catalán no era más que la exigencia de la burguesía catalana, ha ido viendo, sin embargo, como esta influencia mayúscula iba cediendo primero con la emergencia económica de otros puntos de España, Madrid fundamentalmentalmente, en el plano nacional y luego con la apertura de los mercados internacionales. De pronto, la burguesía catalana dejo de sentirse única y, por ello, imprescindible. Y entonces exigió lo que ya tenía, injustamente también, la oligarquía vasca y navarra: un trato fiscal diferencial. Incapaces de responder a la competencia decidieron, ellos tan liberales, recurrir a la política fiscal del privilegio. Era el viejo ideal del proteccionismo, típico del catalanismo tradicional, pero ahora con tintes progresistas.
4.- Así, los intereses de la oligarquía política y la oligarquía financiera se unieron y lógicamente, como muy bien señala el marxismo, surgió el interés de Cataluña –nota: a este respecto ver como los intereses de estas élites se identifican en el muy progresista Público con los intereses de Catalunya- -Y otra nota: observar como en el muy progresista Público Estados Unidos no es United States-.
5.- Pero había algo más en la política nacional. Surgió la figura de Zapatero. Y Zapatero apoyó el estatuto desde sus orígenes. ¿Por qué? Es ingenuo pensar que los partidos políticos deben juzgarse por su ideología: cada temporada es una. Mejor es juzgarles, como modelo de estudio, por las dependencias e intereses de sus élites. La llegada de Zapatero a la secretaría general del PSOE hubiera sido imposible sin la acción de los socialistas catalanes. Son estos lo que apoyan definitivamente la candidatura que hasta entonces no tenía posibilidades y mantienen de forma absoluta al futuro presidente de gobierno. Y cuando este llega al poder cambia al aparato clásico del PSOE, al que luego volverá a recurrir cuando todo se tuerza –nota: ahí está Rubalcaba-, y se lanza a hacer justicia. O sea: devolver favores. El estatuto no es más que esa devolución. Las élites pactan, con fuerzas igualadas, su no agresión.
6.- Pero el PP no lo apoyó. ¿Por fin alguien idealista? Desengáñense. Antes hemos citado el caso vasco. Resulta que esa comunidad autónoma, y Navarra por cierto que siempre se va de rositas, tienen una fiscalidad especial. Esta fiscalidad especial, que implica una injusticia frente al resto de los españoles, no ha sido nunca sin embargo criticada políticamente por el PP. ¿Por qué? Porque el PP sí gobierna, o gobernó, con otras siglas en Navarra y tiene ambiciones en la región vasca. Sin embargo, en Cataluña el PP sabe que no va a gobernar nunca, o al menos en mucho tiempo, porque su espectro político y social está tomado por CiU, o sea: su cuota de mercado. Así las cosas, y en vistas al mercado exterior, el PP bramó indignado contra la injusticia –injusticia real pero no mayor que la vasca o navarra- que implicaba el nuevo estatuto catalán. Y en hábil jugada comprendió lo que hasta el más tonto –lo digo yo- sabía: ¡es inconstitucional!
7.- ¿Inconstitucional? Aquí entra lo más divertido de la historia. Al principio se defendía la plena constitucionalidad del estatuto catalán frente a aquellos que creíamos no solo que representaba exclusivamente los intereses de la oligarquía catalana, es decir: iba en contra de los que no eran tal en Cataluña y en el resto de España, sino también que era claramente inconstitucional. Efectivamente, se nos decía que el estatuto era perfectamente constitucional y más tras los recortes del parlamento nacional. Sin embargo, el útlimo intento de sentencia del Constitucional –intento que era lo que prefería el gobierno- ya señalaba algo claro: el estatuto es inconstitucional y lo que ahora se discute es en cuantos artículos. Así, la sola idea de que la oligarquía política, primero de Cataluña y luego de España, haya aprobado una ley en que al menos catorce artículos eran, en la mejor sentencia posible de los suyos, inconstitucionales demuestra el nivel de conocimientos y la competencia de nuestros diputados. Y diputadas. Aunque de idiomas andan sobrados.
8.- Y hay algo más sobre ese amago de sentencia del autodenominado bloque progresista. Lo más interesante de ella es que la parte fundamentalmente inconstitucional era la referida a lo judicial. Lo traduzco: los jueces autodenominados progresistas estaban dispuestos a admitir todo exceso de la oligarquía provincial con respecto a los temas de financiación y de justicia distributiva, de idioma y de nacionalidad, tema educativo o social pero no, por supuesto, a que el poder nacional de la élite judicial, que son también ellos, les fuera recortado por los jueces de la periferia. La oligarquía judicial nacional, nunca mejor dicho, podía admitir la injusta distribución de la renta pero no que ellos cedieran poder en sus competencias. La élite siempre defiende sus interés y no siempre a través de un pacto si tiene más poder que la otra parte.
9.- ¿Es entonces por fin el sector conservador del tribunal constitucional el héroe de esta historia? Pues tampoco. El tribunal constitucional, que incluso ha llegado a trabajar algún viernes tras cuatro años sin sentencia, no es sino un espectáulo lamentable de inútiles. Desde una presidenta que se mantiene por gracia del gobierno con prorróga en la ley y bronca pública de la señora vicepresidenta del gobierno, pasando por jueces recusados o que ya deberían haber concluido su mandato el tribunal no es sino un espejo de la clase política y judicial. O mejor aún, un fiel exponente del nivel del debate. En realidad, lo triste es que el tribunal está a la altura de todos los demás estamentos inmersos en este gran problema nacional: baja, muy baja.
10.- ¿Y ahora qué? ¿Y si la sentencia declara inconstitucional, como debería ser, aspectos fundamentales del estatuto? Vaticinio: nada. Las elecciones catalanas están cercanas así que los partidos catalanes tienen que dar una imagen de ferozmente críticos con el sistema –¡uy, qué miedo!-. Se trata de ser más catalán, es decir: de defender más a la oligarquía, y ponerse una barretina más alta –si fuéramos freudianos haríamos un chiste: se libraron-. Sin embargo, nadie se quiere suicidar. La oligarquía catalana, y especialmente la financiera, necesita pertenecer a España. Y luego de la votación y la distribución de cargos harán un esfuerzo institucional –nota: ¿saben aquel que diu: yo hablo catalán en la intimidad?- por el bien de la nación catalana. Los coches caros, las masías, el ir al Liceo e incluso ver los partidos del Barça en palco –nota: ¿habla Messi catalán?- son cosas demasiado importantes como para perderlas. Son, en definitiva, Cataluña.

viernes, abril 23, 2010

ALGO EN COMÚN

A veces, la proximidad entre dos acontecimientos puede darnos a entender que existe una conexión entre ambos sin ser realmente así. Surge entonces la superstición. Otras, sin embargo, resulta que esta relación es real: que dos acontecimientos se den con proximidad señalan una conexión entre ambos.

Recientemente, el secretario de estado de esa teocracia dictatorial que es el Vaticano, las cosas por su nombre, señaló que muchos expertos, aunque no citó ni uno, relacionaban homosexualidad con pederastia.
Más recientemente aún, el presidente de Bolivia, Evo Morales, señalaba que la homosexualidad -para él “desviaciones en su ser hombres”- y la calvicie también, eran causadas por comer pollo engordado con hormonas y alimentos transgénicos.

Lo interesante aquí no es la imbecilidad representada por (supuestas) culturas (sin suponer) inferiores, sino la confluencia en algunas cosas:

1.- La repulsa hacia la homosexualidad, concebida como antinatural.
2.- La idea de que lo natural es lo bueno.
3.- La cita misteriosa a un hecho nunca demostrado por un estudio. Nadie cita nada que se pueda analizar.

Pero, también lo interesante es como, salvo excepciones,
unos se ríen del analfabeto cadernal,
otros del analfabeto presidente,
pero casi nadie de los dos.

miércoles, abril 21, 2010

SIN AIRE (multicultural)


Se les sugiere que no truquen los contadores de la luz porque además de ilegal "es muy peligroso", que no tiren los muros de carga, que no bailen y den palmas de madrugada, que no dejen las basuras por ahí y que no monopolicen el rellano con sus trastos.
(…)
Tampoco pueden poner el aire acondicionado sin permiso. "¿O sea, que tenemos que pasar calor en verano?", pregunta uno de ellos moviendo la cabeza. "En la chabola teníamos aire", insiste.

Yo no.
También quiero integrarme.

lunes, abril 19, 2010

VIDA INTERIOR/49: FRANCAMENTE IRRESISTIBLE

Como ustedes saben, y si no lo saben pues yo les cuento, estoy en Facebook. Y claro, mi fama traspasa las artificiosas fronteras instauradas por la mezquina humanidad yendo más allá de profundos valles, desiertos, cordilleras, ríos caudalosos y océanos que la madre naturaleza puso sin duda para unirnos en fraternal abrazo. En fin que mi entrada en Facebook ha sido, como ya contaba en otra ocasión, celebrada con multitud de amigos.


Y también multitud de peticiones. Y como uno es célebre no solo por su capacidad intelectual -tan importante como para que la prestigiosa universidad española le haya colmado de laureles- sino también por su magnetismo sexual, las peticiones son también femeninas. Y entre ellas, me azoro mientras escribo, algunas que me señalan entre sus aficiones los contactos profesionales.


¡¡Incluso me pagarían!!

viernes, abril 16, 2010

GARZÓN (como excusa para, pretendidamente, más)

En este país hay más de cuatro millones de parados, según las últimas estadísticas. Un 30% de la población activa tiene un contrato precario que cuando acabe no recibirá indemnización alguna por él. Un 60% de los asalariados gana menos de mil euros mensuales. El estado tiene una de las tasas más bajas de gasto social de la Unión Europea. La educación tiene un 30% de fracaso escolar y es un auténtico desastre. La sanidad pública languidece dejada de la mano de unos gobiernos autónomos más interesados en coros y danzas que en cualquier otra cosa. La división entre la España rica y la pobre se apoya en estatutos, como el catalán bendecido por la autoproclamada izquierda, que pretenden que haya menos reparto de la riqueza y por ello menos justicia interterritorial. La izquierda mientras tanto calla. Los sindicatos callan. Pero al fin han abierto los ojos para dar un grito de guerra: ¡Franco es culpable!
Eso se llama política de lo real.

¿Hay que juzgar los crímenes franquistas? Por supuesto que hay que hacer un juicio sobre el franquismo y sus crímenes. Lo hacemos: fue una dictadura que a través del crimen defendió los intereses de la oligarquía española. Esto es el juicio moral e histórico objetivo sobre dicho régimen. Sin embargo, quienes hablan de juicio no hablan de esto sino de una cuestión legal. Y es ahí donde se produce la confusión: se está identificando moral y derecho. La moral compete a todo asunto que esté bien o mal; sin embargo, la ley solo debe competer a aquellos asuntos que estando bien o mal ponen en riesgo a la sociedad. Es decir, ley y moral no se pueden identificar pues la moral es pura en su juicio, no importan las consecuencias al cumplirla, el tiempo, la peligrosidad u otros factores a la hora de realizar su juicio, mientras que en la ley un factor fundamental es la defensa social: la ley está para defender la sociedad y los derechos de los ciudadanos a través del monopolio de la fuerza ¿Es hoy en día un peligro social el franquismo? La respuesta solo puede ser no cuando han pasado treinta y cinco años. Por ello la ley ya no debe actuar. Pues si no las víctimas de la Inquisición, del Califato o de la conquista romana -tal vez parientes de Viriato u oriundos de Numancia- podrían bajo la misma fórmula pedir juicio. La justicia moral no caduca, la legal sí.

¿Acaso nos estamos burlando? No nosotros sino quienes, de forma inconsciente esperamos, presentan la idea de juzgar legalmente el franquismo como una necesidad moral. La moral es universal en el sentido de que su juicio sobre la injusticia lo es. Así, una victima de injusticia lo es en tanto cual y no por ser ella quien fuera concretamente. Es decir, tanta víctima inocente es quien fue represaliado en el bando republicano como nacional. Y el problema, aquí está, es que esto no es así para ese sector que lanza la moral como bandera. En 1998 Garzón, con buen criterio, desestimó una querella para juzgar legalmente los crímenes de guerra de Paracuellos. Sin embargo, ahora se exige juzgar, en aras de la moralidad, los crímenes del franquismo: hay víctimas de primera, los buenos que son los nuestros, y víctimas de segunda, los otros. Y además se añade una segunda falacia que solo ensucia el nombre de estas víctimas acaecidas en zona republicana: la dictadura de Franco ya los resarció. Y es una falacia porque una dictadura criminal como fue aquella no puede en modo alguno dar justicia moral a víctima inocente alguna: la víctima inocente está por encima, en tal condición de víctima, de su presunto benefactor. De esta forma, el anhelo de justicia absoluta auténtico -al identificar moral y derecho- implicaría juzgarlo todo. De lo que se concluye que no pedir este juicio total, a uno y otro bando, de la guerra civil y la posguerra no es justicia sino, por fin estarán pensando algunos, revancha. Para eso que lo echen a penaltis.

¿Entonces no tienen razón los partidarios de Garzón? Es que aquí hay que distinguir algo. A Garzón se le acusa judicialmente de prevaricar lo que es una causa exagerada e imposible de demostrar, creemos, en este caso pues se retiró al avisarle una instancia superior de que no tenía jurisdicción. O sea, que quienes consideran que el Supremo está cometiendo un error judicial seguramente estén en lo cierto. Pero lo importante es que la autoproclamada izquierda no está cuestionando aquí un debate legal sino uno moral. Y desde ahí es, como vemos, falso. Y se ve perfectamente, además, cuando la queja es porque el acusador ha sido Falange con lo que se viene a decir que no todos los ciudadanos deben tener los mismos derechos: si había víctimas guays, para emplear un discurso que puedan entender las nuevas generaciones de la juventud comprometida y solidaria que da educación para la ciudadanía, hay también ciudadanos guays y otros que no deben tener derechos. En fin, puro pensamiento franquista. Pero de izquierdas.

¿O sea, las familias no tienen derecho a recuperar a sus muertos? Por supuesto que sí lo tienen. Si bien es discutible ese afán, todo es discutible, no cabe duda de que es un derecho, aunque no estemos de acuerdo con él. Es más, creemos que el estado debería tener la obligación de ocuparse de dichas exhumaciones y aprovechar esto para, en colaboración con los historiadores, elaborar un estudio de la represión en la guerra civil y posguerra. Pero un estudio histórico que implicara devolver los restos de los asesinados a sus familias y conocer la verdad histórica de lo ocurrido. Nada más. Y nada menos.

Pero, ¿si todo es tan claro por qué la –autoproclamada- izquierda monta esto? Los mitos implican la identificación del pensamiento. Las emociones son fáciles de manipular. En los mitos y las emociones cualquier pensamiento intermedio sobra: no pienses, siente. Y si piensas eres el malo, el enemigo. La ausencia de discurso racional de la izquierda no es nuevo, ¿dónde están, memoria histórica, aquellos que se paseaban con fotos de Stalin o Mao?, pero toma caracteres de discurso oficial en la actualidad. Mientras que antes incluso a Stalin se le defendía con (falsas) teorías como las chorradas del Materialismo Dialéctico, hoy todo se defiende con sentimientos, viejecitos entrañables –nota: no todo viejecito es entrañable. Serrano Suñer no lo es, la Pasionaria no lo era-, falsificaciones históricas –“luchadores por la libertad”- y chorradas semejantes. Sin razonamientos surge, como en los movimientos totalitarios, la identificación pura y dura.

El sábado estaba en el Bernabéu –siempre perdiendo- y un aficionado nos increpó por analizar críticamente el patético planteamiento del entrenador -¿entrenador?- del Madrid. Y nos dijo: aquí se viene a animar al equipo no a criticar. El pensamiento, sin embargo, es crítico. Y el fútbol es –nota: desarrollar esto porque es así de triste- la vanguardia de la acción política.
Visca el Barça.
Hala Madrid.
Viva la República.

miércoles, abril 14, 2010

UNA DIFERENCIA

Me entero que en esa basura de programa que es Sálvame, cuyo presentador ha ganado un premio de reconocido prestigio de esos, han dicho que Cristiano Ronaldo pasó la noche del viernes y del sábado de fiesta. Fueron los días del partido Madrid-Barcelona. Y me entero que Cristiano Ronaldo ha pedido a sus abogados que presenten una denuncia.

Me entero que Cospedal ha dicho, así con toda la cara, que la policía ha falsificado pruebas en el caso Gürtel. Y que el Ministerio del Interior, que está obligado a defender el buen nombre de sus trabajadores, no ha hecho nada.

El juego de la diferencias es fácil. Solo hay una. Y no es que la basura tenga razón en sus acusaciones sino que hay gente dispuesta a defender su dignidad y ministros que no. Tal vez, porque no en todos los casos puedan hacerlo.

domingo, abril 11, 2010

¡MARCHANDO!

Lo sé, falta la tercera parte de la serie de Capitalismo y Explotación -fascinante, ¿eh?- y desde hace un años o así falta la última del análisis sobre el plan de Bolonia -que se lo debo además a un querido lector- pero es que esto se complica.

Y también el análisis de las cosas.

miércoles, abril 07, 2010

ANTES SON SEÑORAS

Caminaba por un pasillo del instituto. Un alumno tiró un papel al suelo. Le pedí que lo recogiera y él contestó que daba igual porque lo iban a barrer las señoras de la limpieza. Entonces yo le dije que no daba igual, porque las señoras de la limpieza antes que de la limpieza eran señoras y no estaban para recoger los papeles que alguien pudiera tirar al suelo. Y le dije, qué poco pedagógico en lugar de mandarle un trabajo sobre los derechos humanos, que lo recogiera. Lo hizo.

Las azafatas de Air Comet, a las que el jefe de los empresarios Díaz Ferrán no pagó su sueldo y echó de su trabajo, han hecho un calendario –nota: impresionantes por cierto las comillas de LD sobre la necesidad del acto- para recordar que semejante individuo es un miserable. Tal vez usted, seguro que yo, primero pensemos al verlo que estas señoras están bien buenas. Pero, tal vez también, pase alguien por el pasillo y nos recuerde que antes de estar buenas son señoras.

Y ya, con ello, nos recuerde algo más. Que esa es la diferencia con los miserables individuos que jalearon a Díaz Ferrán: esos no son señores.

domingo, abril 04, 2010

VIDA INTERIOR/48: DOMINGO DE RESURRECCIÓN.

¿Quién de nosotros no tiene una vida interior muy grande? ¿Y qué poeta no nos la cuenta una y otra vez? En esta sección mi alma se desnudará. Incluso he comprado una nueva para tenerla más grande. Porque, en el fondo, yo también quiero ser feliz.

Todavía esperando.

viernes, abril 02, 2010

YO Y DIOS (sin error gramatical)

Sin duda, la existencia de Dios es uno de los temas centrales de la filosofía. De hecho no solo su existencia, o no, sino también las consecuencias esta. Efectivamente, todo cambiaría ante una respuesta positiva o negativa a esa pregunta. Pero el presente artículo no pretende discutir ahora si Dios existe, o no, sino algo distinto. Vamos a partir de un hipótesis que quizás, para quienes nos conozcan, sorprenda: partiremos del supuesto de que Dios efectivamente existe. Con ello, lógicamente, no queremos decir que creemos que esto es así, somos ateos radicales, sino que pretendemos llegar a otro punto: Dios es nuestro enemigo.

Pero hacemos trampa porque primero debemos explicar qué entendemos por Dios. Este es, básicamente, el de las principales religiones monoteístas: un ser superior y perfecto, que se relaciona con la humanidad en la historia y presenta un plan moral para cumplir. Así el dios del que hablamos no es un dios inefable, que ni nos interesa, sino que estaría perfectamente representado en el dios cristiano, sin duda su forma intelectual más desarrollada.

Pero, ¿por qué Dios es enemigo de la humanidad? También aquí en aras de la espectacularidad al principio, y algún lector seguirá leyendo demostrando que ha funcionado, hemos hecho sin duda trampas. En realidad Dios no es enemigo de la humanidad ni del ser humano en cualquier forma sino cuando al hombre se le concibe como sujeto moderno. Efectivamente, Dios y el individuo son perfectamente compatibles pero Dios y el sujeto moderno, no. Y ahí está el tema.

Dos son los motivos fundamentales por los que resulta imposible la compatibilidad entre Dios y el sujeto: la idea de tiempo y la idea de autonomía.

El tiempo de Dios es la eternidad y por ello no es un proceso pues la eternidad es el tiempo de lo siempre igual al carecer de principio y fin. Sin embargo, el tiempo de la religión, entendiendo como tal la monoteísta citada antes, se presenta como un tiempo lineal –lo que sin duda es un avance frente a religiones intelectualmente inferiores- pero falso. La escatología, es decir: el proceso temporal que debía darse al final con la realización del plan divino, presentaba un hecho fundamental que era el cumplimiento de ese plan ideado previamente por Dios. Efectivamente, el tiempo de la salvación, y eso es la historia en la religión como ya vio con acierto San Agustín, era un tiempo ajeno al del ser humano en el cual este solo se integraba como actor en escenario y obra ajena. El hombre vive para la religión, eso sí, en un tiempo vital, en un tiempo existencial pero no en un tiempo histórico –nota: por eso Heidegger, que es un místico del ser, defiende esto mismo con coherencia absoluta aunque alejado de espíritu religioso-. La vida humana es existencialmente importante, eso es un triunfo progresista del cristianismo, pero insustancial en cuanto a construcción de realidad pues el mundo y su desarrollo le pertenecen a otro. Nuestro tiempo, el humano, no es el de la construcción del mismo sino el del desarrollo del guión ajeno en lo general y la búsqueda de la salvación –es decir: la observancia a Dios- en lo particular.

El problema, por ello, no es la libertad de los individuos, salvada merced a ese tiempo vital, sino la relevancia de dicho tiempo vital y la construcción de la realidad. El sujeto moderno se había constituido como creador de la realidad y esta creación–nota: esto lo vio muy bien Spinoza cuando realizó su racionalismo reacionario frente al cartesiano en el que había descubierto perspicazmente el inicio de la preeminencia del sujeto sobre Dios- es la que niega la existencia de Dios y su tiempo eterno. Así, para que Dios cumpla su plan el sujeto no puede construir historia, entendida como realidad y no como gesta individual tal y como la interpretaron los antiguos, sino solo existencia. La historia de la humanidad acaba en la historia de Dios, en su plan y no en el nuestro. Dios nos impide construir realidad porque él tiene otro plan. Dios y el sujeto son irreconciliables.

Y aquí surge la segunda incompatibilidad entre Dios y el sujeto: la autonomía. El sujeto moderno se constituye necesariamente como autónomo: las normas que le rigen, ya morales ya intelectuales para buscar el conocimiento, solo pueden surgir de él como sujeto –nota: otro problema es que dichas normas puedan ser universales, para todos los sujetos, o no como defienden unos y atacan otros-. Sin embargo el espíritu que alienta toda religión es la heteronomía, precisamente lo contrario, donde algo exterior al sujeto se confiere como legislador. Ello conlleva dos problemas: uno sobre el conocimiento y otro sobre la moral. Y una conclusión metafísica fundamental.

El problema epistemológico, del conocimiento vaya, al defender a Dios es que la razón queda limitada necesariamente como conocimiento -esto se podría admitir por parte del sujeto moderno- pero, a su vez y esto no sería defendible, se hace necesario admitir otra forma de conocer que permite ir más allá de lo racional, de lo argumentado. Efectivamente por más que se disfrace de mística o de algo inefable -nota: curiosamente cuánto se dice y se escribe sobre lo inefable- la experiencia religiosa nos habla de algo que se conoce “de otra forma”. Es decir, el sujeto limitado por sus armas, la racionalidad, siente/percibe/nota una realidad nueva que además está más allá, no menos, de lo racional. Así, el sujeto moderno que tiene su clave en la racionalidad, desde Descartes, pierde su fundamento al advertir que el conocimiento que le da el último sentido no puede ser este. La creencia/la fe/el misterio/lo otro/lo inefable o como quiera Dios que se llame -que se corresponde posmodernamente con los añejos nombres de Cristo- son la verdad imposible de desvelar. Pero son la verdad profunda ante la filosofía racional -¿acaso hay otra?- o la ciencia que se presentan como superficiales. Así, el fundamento de este conocimiento es lo otro -como en las series de ciencia ficción de la televisión- ante el que el ser humano asiste al misterio. Bueno, algunos que son especialmente sensibles.
Y por ello y como consecuencia de lo anterior, surge la heteronomía moral. El ser trascendente señala una serie de normas morales -desde catálogos hasta consejos de abuela- que deben ser cumplidos por los humanos. Así, amparados en un sistema de valores creados por el ser superior, la razón del sujeto pierde su valor también para la ética. Bien es cierto que el cristianismo primitivo nunca generó una ética propia -excepto el consejo bondadoso de amar al prójimo- pero viendo que Jesús no volvía, y hasta hoy, comenzó a generar una cadena de valores morales entre racionales y trascendentes. Y, lo fundamental, amparados en la ley divina -nota: por si alguien lo esá pensando, recordar que la ley natural proviene de Dios-. Otra vez el sujeto se convertía en objeto. Pero además, como certeramente observó Kant, esto generó una moral en el fondo hedonista, en su peor acepción, pues si la finalidad última del individuo era ir con Dios y esto se conseguía cumpliendo su ley, el prójimo se utilizaba como medio para alcanzar dicho fin. Y así el bonito amaos los unos a los otros acababa en usaos los unos a los otros para ir al cielo por la propia estructura religiosa. El sujeto acababa en objeto.

De esta forma, que Dios exista implica que sea fundamento al menos de la moral y del conocimiento: es tanto la primacia del conocer como quien dicta las normas morales. Es decir: Dios es el sujeto y solo puede ser único pues no comparte lo humano al estar más allá. Dios en su existencia, de esta forma, negaría que cualquier otro pudiera generar moral, pudiera generar conocimiento verdadero. Pudiera crear realidad nueva alejada del plan previo de la divinidad. En definitiva, Dios nos niega crear el mundo y ser sujetos, por tanto, en él.

Shakespeare es viejo, entre el siglo XVI y el XVII. Shakespeare es moderno. Al final del primer acto, Hamlet exclama una queja: ha nacido para poner orden en tiempos desquiciados. La queja se transformó en proyecto y dio de sí aquello que debería liberar, en palabras de Kant, a la humanidad. La liberación aún no se ha cumplido y hay cosas que se le oponen. Dios es sin duda una de ellas.