miércoles, octubre 28, 2009

CENTROS EDUCATIVOS BILINGÜES (No, I don´t)

Es una moda,pero la moda no está exenta en ningún caso de análisis. Parece, en primera opción, algo extraordinario: ¡colegios bilingües! ¿Qué mas se le podría pedir a la educación? Pero como en aquella vieja, y extraordinaria, obra de teatro que es La Fundación, de Buero Vallejo, detrás de las luces se esconde la realidad. ¿Colegios bilingües? Tal vez ahí esté la labor de lo que aún queda en filosofía, en retirar las exclamaciones y poner los interrogantes.

¿Colegios bilingües para mejorar la educación? Empecemos por la pedagogía real, o sea: la que se hace fuera de las universidades. ¿Es posible que los colegios bilingües sean una forma de mejorar la educación de los alumnos, que sería el objetivo último del sistema? Pues parece ser que no. Analicemos esto despacio. En primer lugar vayamos con el profesorado. ¿Quiénes van a dar clase en los colegios bilingües? Aquellos profesores que, lógicamente, se habiliten, es decir: tengan los conocimientos suficientes de inglés. Obsérvese que no hay ningún requisito pedagógico –por ejemplo, ser seleccionados por su valía- sino uno meramente instrumental como es saber otro idioma: pueden dar la clase tan bien, o tan mal, pero eso sí en otra lengua. Es el mismo sistema de las autonomías paletas –saberse el idioma regional como condición indispensable- pero aquí con ínfulas planetarias: saber inglés. Así, el centro bilingüe en ningún caso asegura que los mejores profesores vayan a ir a ellos –aunque acabaran yendo por lo que explicaremos en otro punto-. Pero, ¿y los alumnos? El embrollo promete ser interesante. En primer lugar, el centro bilingüe no refleja una realidad social, en su casa no será común hablar inglés, así que el niño tendrá unos conocimientos de la lengua remitidos a lo aprendido en la escuela. ¿Serán estos suficientes para entender una clase de historia, de ciencias o de tecnología dada en inglés? Parece claro que no. Si hay un 30% de fracaso escolar y un 40% de inadecuación entre la edad y el curso –o sea: de tasa de repetición-, ¿es la solución la enseñanza bilingüe donde el niño encima oirá aquello que ya de por sí en alto grado no entiende en un idioma que encima no controla?

Surge así la sorprendente paradoja de cómo una medida auspiciada especialmente por la derecha, Esperanza Aguirre como paladín, es el mayor triunfo de la basura LOGSE. La idea de una clase de cualquier materia de la ESO dada integramente en inglés implica necesariamente la bajada de los contenidos curriculares de la misma, o sea: la bajada de nivel cultural, hasta aspectos ya bastante ínfimos, que puedan ser explicados con vocabulario y estructura gramatical de nivel bajo en otra lengua. Así, los alumnos que vayan a estos centros recibirán necesariamente menos contenidos, pues el instrumento para los mismos será mas deficitario por su bajo conocimiento frente al español. Sin embargo, y esto es la clave, saldrán sin duda sabiendo más inglés, un saber instrumental, y menos conocimientos intelectuales. Pura LOGSE y como tal puro dislate educativo. Se aprenderá menos, se sabrá menos, pero sabrán decir lo poco que saben en inglés.
Está guay: it´s cool.

Entonces, ¿por qué se abren colegios públicos bilingües? ¿Por qué ningún sindicato ni partido de la autoproclamada izquierda está en contra? Porque hay un contexto social fuera de lo educativo donde sí interesa la educación –en realidad tras lo visto su ausencia- bilingüe.

Por un lado, el profesorado sabe que los alumnos que irán a los centros bilingües estarán más motivados familiarmente y por tanto su comportamiento será mejor que el de los alumnos que no vayan. Al fin y al cabo, el profesorado está harto -aunque eso no quiere decir que sea inocente de una situación a la que se ha llegado por su complicidad- de unos institutos donde reina la indisciplina generalizada y de una enseñanza que las sucesivas leyes educativas han convertido en basura. Y sueña ya con una salida individual a su situación como es la plantilla del bilingüe: un lugar donde poder jubilarse –aunque no pueda dar clase realmente- tranquilo.

A su vez, los padres más preocupados, paradójicamente, por la educación notan como las aulas públicas son cada vez peores y, en cuanto pueden, envían a sus hijos a la concertada. Pero, si hubiera una pública que siguiera la política concertada –o sea: seleccionar alumnos- no cabe duda de que volverían a ella. Así, la educación bilingüe en los públicos realizará esa selección. No es por tanto, como pudiera pensarse, que haya una maldad en padres o profesores al escoger la bilingüe, sino que la propia administración pública -empezando por la autoproclamada izquierda que ha hecho las leyes destructivas y continuando por la derecha de toda la vida que apoya la segregación por principio- les ha empujado a ello. Por supuesto, no son inocentes, ellos mismos han permitido esto con su silencio, pero tampoco son los más responsables.

Socialmente, así, la educación bilingüe funciona. Permite una segregación del alumnado y con ello una tranquilidad para la clase sociales más favorecidas y para el sector del funcionariado. Es, políticamente, perfecto. Además, no produce desafectación entre las clases bajas pues sus hijos seguirán asistiendo a la escuela como siempre para que los padres, que tampoco son inocentes y olviden ustedes el espíritu de caritas, puedan librase de ellos un rato y luego ir a protestar. De esta forma, la educación bilingüe tiene una finalidad última no educativa sino de respuesta a una petición social: la generacion de una doble vía educativa. Por un lado, la enseñanza privada –pura o concertada- y bilingüe pública para las clases sociales sociales más favorecidas que muestran una preocupación por la educación de sus hijos y que conseguirán no mezclarse; por otro, la enseñanza pública pura que será reservada para los alumnos menos motivados y los inmigrantes.

La diferencia fundamental entre la educación pública y la privada no es, como pudiera parecer a simple vista, que una sea gratuita y la otra no, sino algo más profundo. La diferencia fundamental entre una y otra es la función que cumplen y el objetivo que buscan. La enseñanza privada es una enseñanza reservada a ciertas élites, que cumple la función de formar a sus alumnos en cuanto pertenecientes a dicha casta y con el objetivo de perpetuar su poder. Por ello, la enseñanza privada es selectiva, ya sea con un matiz económico, ya sea con un matiz ideológico o bien con una razón del rancio abolengo –como por ejemplo en ciertos colegios privadísimos o en determinadas escuelas inglesas-. Además, la enseñanza privada es una constante en la historia pues la necesidad de educar a la élite va unida al sometimiento social: el conocimiento tiene la función social del control y la dominación de los unos, los letrados, frente a los otros, los iletrados. Por eso, por ejemplo, en toda la historia de la humanidad, hasta la Ilustración, la educación no aparece como obligatoria o con pretensión de universalidad sino como minoritaria: las iglesias en occidente eran mucho más numerosas que las escuelas porque en las primeras se adoctrinaba en la fe de la sumisión y en las segundas se educaba, pero solo a la élite. Sin embargo, la enseñanza pública tiene un doble matiz ilustrado: por un lado, su universalidad compatible con los derechos del ciudadano; por otro, la vieja idea de que la adquisición de la cultura es una necesidad de la emancipación.

La segunda idea, aquella de la cultura, fue destruida por la LOGSE y sus sucedáneos posteriores como la LOE. Pero, quedaba, maltrecha, la segunda. Y para eso, precisamente, está la creación de esa doble vía antes citada donde quienes puedan irán a las escuelas de élites -no por su contenido cultural ya desfasado sino, logsianamente, por el mero hecho de aprender el procedimental inglés y actitudinalmente para librarse de los problemas de indisciplina- y el resto seguirán en la –auténticamente- educación pública, o sea: una educación basura.

My tailor is rich, sin duda. Bueno, también porque yo pago mis trajes.

lunes, octubre 26, 2009

VIDA INTERIOR/35 : RODEADO

¿Quién de nosotros no tiene una vida interior muy grande? ¿Y qué poeta no nos la cuenta una y otra vez? En esta sección mi alma se desnudará. Incluso he comprado una nueva para tenerla más grande. Porque, en el fondo, yo también quiero ser feliz

He llevado al parque a Ethan Edwards, mi perro, y ahora, sentado en un banco, le cepillo. Luego tiraré sus pelos, no se preocupen, a la papelera que tengo detrás. De pronto se me acerca un trío, pero tampoco se emocionen. Y una señorita, o señora, con gafas de sol me espeta: ¿conoce usted la biblia? Es un libro algo aburrido, sin duda, pero antes de que pueda contestar me vuelve a decir: porque la biblia no se contradice. Y empieza a contarme un rollo sobre que independientemente de que seamos de distinta religion o incluso de que no tenga ninguna todos creemos en algo superior.


Y yo la observo y mientras paso por el lomo de Ethan el cepillo, que en ese momento me interesa más que mi salvación eterna perdida, le contesto: yo no. Y ella se quita la gafas de sol y me mira directamente. Es un truco de marketing, es viejo. Y añado: soy ateo convencido. Y me mira de nuevo y me suelta un panfleto en el cual se señala que la biblia nunca se contradice y que en ella estan todas las respuestas. Gracias, le digo mientras pienso que tiene muchas páginas -demasiadas, le sobran bastantes como buena novela- pero sin embargo no tantas como para responder a todo. Y mi perro y yo nos quedamos de nuevo solos. Solos con nuestra materia que un día nos abandonará. Y será para siempre.

Llego a casa. Y en Público, el diario progre-progre, me entero de que el Consejo Escolar de Cataluña, ¿cómo no puse Catalunya?, quiere cambiar el nombre a la navidad y a semana santa y llamarlas fiesta de invierno y de primavera. Abro El País, el diario ya solo progue, y resulta que un tal moseñor, debe ser más que señor o tal vez bastante menos, critica Hallowen por fiesta importada y pagana.

Esta noche saco al perro con miedo. Bueno él, no es muy valiente lo que me recuerda aún más a mí, siempre lo tiene. Y pienso en silencio: ¿qué será lo próximo? Vivo, sin duda, rodeado de creyentes. Quizás hasta al mirarme al espejo.

domingo, octubre 25, 2009

LA PREGUNTA DE LA CIENCIA/23

Que me pasa algunas veces. Estoy viendo un documental sobre la posible existencia de vida extraterrestre, más en concreto vida inteligente estraterrestre, y sale un físico para explicar que es imposible que vengan aquí naves espaciales extraterrestres aunque viajaran a velocidad luz, porque la distancia se mediría en años-luz y, por tanto según él, sería imposible un viaje de tanto tiempo. Y yo, que sé muy poquito de física, creo percibir un error en su argumento. Es decir, creo que no hay naves espaciales ni nada así en nuestro cielo, pero más por un problema de energía del viaje que por otra cosa, y no por ese argumento de la distancia temporal. Pues, y aquí va la pregunta, ¿no es cierto que si estas naves extraterrestres se movieran a velocidad cercana a la de la luz, el tiempo en ellas trascurriría más lentamente que fuera y, por ejemplo y no rigurosamente, cien años serían para sus tripulantes a lo mejor solo seis meses? O dicho de otro modo, ¿no es este argumento de la distancia temporal, no de la física que es otra cosa, falso?

Pues gracias si responden.

miércoles, octubre 21, 2009

(la nueva) INTERNACIONAL: DEFENDIENDO LA LIBERTAD.

Moratino viajó a Cuba. Después, Moratinos fue a Guinea. Luego, vinieron los dirigentes de Arabia Saudí. Más tarde, Moratinos volvió a Guinea. Ahora, está otra vez en Cuba. Alguno se nos olvida. Se trata, sin duda, de una política por la libertad. Y con grandes frutos.

lunes, octubre 19, 2009

HACIENDO (pequeña) HISTORIA: ASOCIACIÓN DE PROFESORES DE FILOSOFÍA

Es Shakespeare, sin duda, un autor imprescindible. Alguien capaz de emocionar y de hacer reflexionar. Alguien, a su vez, capaz de escribir esas frases que cualquier otro hubiera deseado haberlas hecho suyas. Son tantas que abruma su número. Y cada una para cada momento de la vida, pero de la vida real y no del simulacro. Nuestro destino no está en la estrellas, sino en nosotros mismos que no somos más que esclavos, dice Casio a Bruto en Julio César.

El otro día, el sábado por la mañana, un grupo reducido de profesores de Filosofía, de la enseñanza pública y de la privada y entre los que me encuentro, decidió dar sentido a esa frase. Y hacer una Asociación de Profesores de Filosofía. Los motivos son varios, pero si me permiten citaré mejor su estatuto para explicarme. Y en él señalan que sus fines son:


a) La defensa de la existencia de materias relacionadas con la especialidad de Filosofía en cada uno de los cursos de Bachillerato y en, al menos, un curso de la ESO. Dichas materias deberán tener un carácter obligatorio y global para cualquier modalidad de dichos estudios.
b) Que dichas materias cuenten con un contenido curricular académico y científico reconocido, huyendo de cualuier particularidad o sesgo determinado ya sea político, social, religioso o de cualquier otra índole y que pudieran convertirlas en elementos de adoctrinamiento.
c) Que dichas materias se ejerzan con una carga lectiva horaria semanal relevante y suficiente para cumplir sus fines.
d) Que los profesionales de la especialidad de Filosofía, tanto en la enseñanza privada como especialmente en la pública, ejerzan la función para la que han sido preparados que es cubrir la docencia de su especialidad y no servir de remedio para cubrir otras docencias que requieren, a su vez, profesionales debidamente formados.
e) Que los alumnos reciban una docencia de alta calidad, con una preocupación por parte de los profesores por sus necesidades, que les ayude no solo a superar el curso de una forma administrativa sino sobre todo a aprender.


Reunirse un sábado es duro. Todo el mundo tiene algo que hacer. Precisamente, por eso nos reunimos ese sábado: porque hay algo que hacer. Y, sencillamente, por eso nos seguiremos reuniendo.

Si usted que lee esto es profesor de Filosofía, puede que le interese informarse. Con gusto le daré dicha información.
Si usted que lee esto no es profesor de Filosofía sepa perdonarnos. Pero, tal vez, tenga hijos o familiares en edad escolar y le gustará saber que aún hay gente rara que se reúne por la educación.

Sí, hay gente rara. Y gente tan rara que busca hacer eso que hay que hacer y no sitúa sólo la culpa de su situación en las estrellas.

jueves, octubre 15, 2009

IMPUESTOS/y 2

En el artículo anterior intentamos precisar nuestra idea de la relación entre el estado y la carga fiscal. Señalábamos allí que la función primordial de un estado era la defensa y desarrollo de los derechos de los ciudadanos e igualmente decíamos que estos derechos eran prioritarios sobre el propio estado y, por tanto, su fundamento moral y no al revés. Así, el estado debía cumplir esta función o dejaría de ser, a todas luces, un estado democrático. Derivando esto vemos como los impuestos son un ejercicio clave para esta situación, pues en ellos el estado se juega su supervivencia económica y poder cumplir su, ideal al menos, función. Y por tanto su acción fiscal nos hará saber si sus dirigentes tienen o no una conciencia democrática de servicio a los derechos o no. Empieza el rollo.

Recientemente, el gobierno Zapatero ha subido de una manera brutal los impuestos. Este artículo, prometido estaba, trata de ello. Pero, comencemos la exploración hacia atrás. Zapatero ha presentado la subida de impuestos como algo necesario para mantener y aumentar, debido a la crisis, la asistencia social en España. Lo interesante de esto es, precisamente, su desenmascaramiento. Y este desenmascaramiento es triple: primero hay que analizar la política fiscal hasta la fecha de la subida; luego, la eficacia de ese estado del que tanto se presume; y, por último la propia subida.

En primer lugar, hay que analizar cuál ha sido la política fiscal del gobierno hasta la fecha en sus dos legislaturas. Esta política ha estado marcada por un hecho común: contentar a dos oligarquías y a un grupo de presión. En España hay tres oligarquías principales: por un lado, la oligarquía financiera; por otro, la clase política profesional; en tercer lugar, que se haya entre medias de una y otra, los grandes grupos de comunicación. Zapatero desde siempre ha tenido buen cuidado con ellos. Los ha mimado pues sabe que ello implica un acomodo en su puesto de poder. Al tercer grupo, los medios de comunicación, lo dejaremos por ahora en cuanto al tema fiscal, por tanto centrémonos en los otros dos. La oligarquía financiera, por supuesto, tributa sin duda en concepto de IRPF y de capital, pero cuenta con un sistema de evasión legal de impuestos: las llamadas SICAV. Tributando al increíble 1%, seguro que dan más al cepillo de la iglesia, las SICAV son el modelo legal de evasión impositiva de la clase alta. Y, sin embargo, el gobierno Zapatero no las ha tocado en toda su legislatura, ni ha salido ni tan siquiera el tema hasta ahora, ni las va a tocar en su reforma. Es decir; la oligarquía financiera mantiene una tributación ridícula frente a la clase media, esa a la que como explicaremos luego Zapatero desprecia, que tributa doblemente por sueldo y ahorro de capital con un mínimo del 18%, pues no participa de las SICAV. Así, la primera oligarquía está salvada antes y ahora.

La oligarquía política es aún más interesante. Nadie, que uno sepa, ha señalado una curiosa coincidencia. Cuando ya hasta Zapatero hablaba de crisis económica sin embargo la oligarquía política periférica, o sea: los políticos autonómicos, aprovechaba para subirse graciosamente los presupuestos, a unos más que a otros eso sí, y lograr así aumentar su cuota de poder. De esta forma, el gobierno se garantizaba el beneplácito de la oligarquía política de los reinos de taifas en que se ha convertido la administración territorial del estado -hasta el ridículo de un PP que clamaba en contra pero no dudaba en coger el dinero y correr luego- con un método simple: comprar su cuota. Hecho este, por cierto, que se repite con el repugnante concierto vasco, igual de repugnante al navarro por cierto, en la actual negociación de los presupuestos donde nadie, excepto UpyD, ha dicho nada en contra. A los caciques de pueblo hay que mantenerles satisfechos, como bien enseñaba la Restauración.

Pero queda un tercer pilar básico que debía ser satisfecho en la política fiscal: eso que se llama la clase popular y que en realidad encubre a determinadas rentas bajas. ¿Cuál ha sido la compra de Zapatero? Es doble: por un lado, los famosos 400 euros y los 2500 de los churumbeles; por otro, toda una parafernalia de declaraciones sobre “ricos” y “poderosos”. Y es esta la parte más triste del artículo pero hay que anotarla. Las clases llamadas bajas no son un colectivo homogéneo. Si situamos el término baja en un mero análisis económico, es decir: sólo en nivel de renta, resultará que entrarían ahí tanto aquellos trabajadores con una larga trayectoria laboral pero con un sueldo miserable, como los parados, que crecen, e igualmente los que tienen un primer empleo escasamente remunerado pero que tal vez no lo necesiten estrictamente para satisfacer necesidades primarias. De todo este conjunto, a Zapatero le interesa sobremanera aquel sector que más precisa de la ayuda, es decir: los trabajadores con amplia tryectoria pero empleo poco cualificado o los parados de larga duración. ¿Por qué? Porque para ellos, las ayudas lineales, que significan más por su escasa renta, generan una idea más allá de la creación, por ejemplo, de servicios públicos. Mientras que una guardería permanece sobre el gobernante y se transforma en derecho, una ayuda económica, como el sobre fuera de nómina en concepto de gratificación con palmadita incluida, va unido irremediablemente al dirigente que la otorga. Es un principio de corte peronista ya usado con el PER y que funciona. Así, la clase subvencionada acaba identificando al sumo dirigente con el, exiguo, subsidio y acaba defendiendo el poder sobre todas las cosas del líder. Sin embargo, las clases con más renta no lo hacen así, pues la ayuda lineal, insuficiente, no es tomada en consideración. De esta forma, las oligarquías, financieras y políticas, y los los lobbys de presión, el granero de votos, no sufrieron los cambios fiscales y tampoco, como veremos, sufriran los cambios impositivos, aunque en el tema de las clases de renta baja eso será solo una apariencia.

Vayamos al segundo pilar, la Administración que se defiende con los impuestos. España es uno de los países de la UE con menos gasto social, algo que no ha cambiado Zapatero. Así, la administración española en cuanto a estado de bienestar es minúscula. Pero además nos podemos preguntar si la administración española es eficaz. Tenemos una educación pública, ya sea básica o superior, ridícula y pésima; un sistema sanitario espantoso; y un sistema judicial que es un desastre. De esta forma, los tres pilares básicos de un estado defensor de los derechos del ciudadano son un auténtico desastre. Así, los impuestos españoles están sobredimensionados de acuerdo a la calidad de servicio recibida, o diciéndolo más claro: la relación calidad/precio es abusiva a favor de la patronal (que es en este caso el estado). Pero, ¿por qué no se arrgla? Porque la autoproclamada izquierda sabe que tocar a los funcionarios implica jaleo sindical, al fin y al cabo los sindicatos son de funcionarios fundamentalmente y ya su única misión es esa, y la derecha ve bien el hundimiento de los servicios públicos y su sustitución por la empresa privada concertada que al fin y al cabo es un lobby que les apoyará. De esta forma, el derecho del ciudadano es lo último que importa y de nuevo la oligarquía, política o empresarial, gana: la administración, directamente pública o subvencionada privada, frente al ciudadano indefenso. Y se repite ideológicamente la vieja y falsa canción: los servicios públicos son gratuitos así que usted se aguanta. Lástima que paguemos desorbitados impuestos por su gratuidad y su pésima gestión.

Y vayamos al último pilar a analizar: la subida de impuestos en sí. Caben dos preguntas ante ello: sobre su necesidad y su justicia. En cuanto a su necesidad, se debe en primer lugar romper la mentira del gobierno: la subida de impuesto se debe a la total bancarrota del estado. Es falso que dicha subida se deba primordialmente a la crisis económica, sino que es producto del despilfarro ya narrado entre graciosas donaciones, impuestos no cobrados y oligarquías autonómicas. Así, la causa de la subida no es externa sino que afecta directamente a la política del gobierno que era imposible de mantener a largo plazo. Pero más interesante aún es preguntarse por qué se suben los impuestos que se suben, indirectos y capital, y no otros, SICAV. Es decir: por qué se perjudica a la clase media y qué tipo de cálculo hay ahí. Y lo que hay es, efectivamente, un cálculo económico acertado para el expolio, un correcto análisis sociológico para el dominio y un viejo prejuicio.

El análisis sociológico guarda relación con el hecho de que las clases medias son las más ideologizadas y, por tanto, aquellas cuya adscripción a derecha o izquierdas, simple pero efectiva para el poder, está más de raíz. Así, Zapatero confía en que pese a todo, y ante el temor de un gobierno del PP, la clase media autoproclamada progresista vuelva a votarle. Porque la baza que se jugará no serán sus resultados sino, otra vez, el temor a que venga la derecha y desmantele el, inexistente realmente, servicio público -del cual por cierto muchos son asalariados agradecidos-. Además, la clase media con más posibilidades de depauperación sentirá, tal y como planea el gobierno, que las medidas sociales no son un derecho sino una concesión de un gobierno concreto por su exquisita sensibilidad social. Así, bien está quitar la limosna de los 400 euros -que volverá merced a IU como caridad cristiana y no justicia social- si a cambio cuando vaya al paro, que irá pues seguirá subiendo- Zapatero me da otra ayuda de algo más de 400 y al mes. Y no importa la justicia o no de esto –es decir: si es un derecho- sino que Zapatero se presenta así como el líder bondadoso que da gracias y no derechos. Lo contrario a un estado democrático.

El cálculo económico es, igualmente, real y astuto. Los impuestos lo pagan los que no pueden evadirlos –y todo lo demás es tontería filantrópica en cuanto a su análisis social-. La propia Salgado reconoció esto cuando aseguró que a las SICAV no se les podían subir los impuestos. Así, las grandes fortunas estarán exentas por siempre, salvo que se ponga un gobierno sin miedo, de pagar impuestos reales pues los medios para la evasión, legales o no, son infinitos. Por eso, de forma realista, sólo cabía subir los impuestos fácilmente adquiribles: consumo y ahorro. Por consiguiente, el gobierno pide un esfuerzo de solidaridad cuando en realidad actúa como el chorizo que atraca al transeúnte a punta de navaja porque no se atreve a atracar el banco a punta de pistola.

Y el viejo prejuicio. Zapatero es uno de los impulsores de la mayor mentira histórica de los últimos tiempos: la memoria histórica. Esta, sin embargo, sería incomprensible sin un viejo prejuicio de la autoproclamada izquierda: la clase media, frente a los trabajadores, es mala. Ese canto a la República como ideal, falso históricamente, tiene una base en esto. Este prejuicio incluso está presente en la propia autodefinición sociológicas de los grupos y así, por ejemplo, los profesores, típicos representantes de clase media, nos referimos a nosotros mismos como profesionales liberales: no lo somos. Se trata, en definitiva, de que si bien económicamente -y de forma falsa en un país que tiene a un 63% de asalariados ganando menos de 1000 euros- todo el mundo se perfila a sí mismo como clase media, las bajas para presumir y las altas para disimular, sin embargo sociológicamente todos se autopresentan como ajenos a la mismas. Y así, en un acto político uno puede exigir un esfuerzo a la amplísima clase media –nota: recuerden lo de los 1000 euros- porque en la opinión pública autodenominada progresista no cala como propio sino como a esos miserables pequeñoburgueses no dispuestos a ser solidarios.

¿Es Zapatero ese tonto que nos quiere presentar la derecha? No. De hecho es seguramente, el mejor político posmoderno que hay actualmente en el planeta. Un miserable moral pero un ejemplo de político. Sin duda.

Y no se quejen, si es que han llegado hasta aquí, ya les avisé de que era un rollo.

lunes, octubre 12, 2009

LOS BLOGS DE MIS ALUMNOS (otra vez)

Tal vez no sirva de nada. Pero uno imagina que es bueno enseñar que la opinión propia es importante y debe ser razonada. Por ello, se pide a los alumnos que tengan un blog en el cual poder realizar esta tarea. No todo internet es messenger, tuenti, facebook y -en otro orden de cosas pues lo anterior es útil- las quedadas universales para el botellón. Hay también un espacio para expresar la opinión personal sobre la realidad. Porque la democracia tiene que ver con esto.

Y una vez más (y qué pesado) mis alumnos abren sus blogs. Antes fue en el Duque de Rivas, luego en el Federica Montseny. Todos ellos están recogidos en la parte de Actividades de La lechuza de Minerva. Ahora, le toca el turno a Las Musas.

Bueno, hasta que me echen.

jueves, octubre 08, 2009

LECCIÓN DE COHERENCIA (sin duda)

Ustedes se acordarán de Educación para la Ciudadanía. Ustedes, sin duda, traeran a su memoria aquellas lecciones de los profesores autodenominados progresistas que la defendieron. Era tan necesaria…

Pues ahora una propuesta: ¿alguien estudiará cuántos profesores de filosofía funcionarios de carrera de los que la defendieron la están dando en los institutos por un compromiso con dicha materia y cuántos con destino provisional o interinos porque no pudieron elegir otra cosa? Imagino, sin duda, que los alumnos de ESO reciben clase de los profesores que defendieron públicamente su presencia. Gente comprometida.

Porque no podría ser, oh no, que no fuera así.

martes, octubre 06, 2009

IMPUESTOS/1

El gobierno de presunta izquierda, ahora que por fin la mayoría se ha dado cuenta de que Zapatero es solo presunción progresista, ha decidido subir los impuestos. Como principio, para ser científicos, deberíamos admitir algo sin apriorismos: subir o bajar impuestos no es bueno o malo de por sí. Lo que se debe analizar es si la subida es justa y consecuente o bien injusta e incoherente. Es decir, lo que se debe plantear es para qué y por qué hay que subir o bajar impuestos. Incluso es más, lo que se debe plantear es si debe haber o no impuestos y qué consecuencias se derivan de ello.

Suena raro la pregunta. ¿Qué si debe haber impuestos? Sin embargo, creemos que la pregunta es pertinente: ¿tiene derecho el estado a quitarme obligatoriamente una parte de mi ganancia o de mi consumo? Porque precisamente los impuestos ni se solicitan, como demagógicamente ha dicho el actual gobierno, ni se piden sino que directamente se quitan. ¿Debe el estado, pues que puede ya está visto, hacer eso? Creemos que ahí está la clave de este embrollo y dependiendo de la contestación a la pregunta la consecuencia será una política fiscal, otra o, también posible, ninguna.

Empecemos a, si me permiten usar una palabra exagerada sin duda, reflexionar. Y reflexionar es, en cierta medida, poner en duda. Y al poner en duda, hay que buscar un fundamento para, aunque sea provisionalmente, construir el edificio de la argumentación. ¿Por qué hay que pagar impuestos? La pregunta también, por supuesto, se podría hacer al revés: ¿por qué no hay que pagar impuesto? La respuesta es larga, así que prepáranse a aburrirse. Porque hay veces que las respuestas mejores no son aquellas directas sino las que precisamente buscan un fundamento que se esconde, tal vez por interés.

En una democracia existen los ciudadanos, eso parece claro. Pero convendría no dar nada por sentado. ¿En qué se diferencian los ciudadanos de los subditos que eran los habitantes de los reinos anteriores a la revolución burguesas? La respuesta es histórica y es social: en la idea de derechos. Efectivamente, un factor fundamental de la revolución francesa, si bien no el único, es la idea de que el ciudadano tiene unos derechos por el hecho de serlo. El siervo, sin embargo, vive de la gracia de su señor que le concede o no prerrogativas. Ello conlleva una muy distinta consideración en la idea de estado. El estado no democrático, donde sus integrantes no son ciudadanos de pleno derecho, puede o no hacer valer ciertas acciones a favor de sus súbditos, pero es una gracia concedida y, por tanto, no pertenece a su propia esencia aunque las gracias concedidas sean muchas. Sin embargo, el estado democrático tiene como uno de sus fundamentos la defensa de esos derechos ciudadanos, no como asistencia caritativa sino como obligación política y moral. Así, el estado democrático solo es tal, es decir: democrático, si resulta efectivo en la defensa de los derechos del ciudadano y por eso la teoría democrática defiende un estado limitado en su poder, por ejemplo con la división de poderes o la libertad ideológica, pues el derecho del ciudadano es preferente sobre el derecho de estado. Y esta diferencia, aparentemente tan abstracta, es clave para los impuestos.

Pero, ¿qué tiene que ver la teoría sobre el estado democratifco –en concreto sobre su deber ser, pues otra cosa es que sea así realmente- y los impuestos y su subida? Pues, consideramos, es la clave de todo este embrollo. Y para solucionarlo cabe hacer una cosa. Primero, analizar brevemente, que se me duermen, la idea de derecha y autoproclamada izquierda sobre el tema. Segundo, ver, en nuestra opinión, por qué el estado puede y debe tener impuestos. Y tercero, analizar ya, desde esa perspectiva, si la subida de Zapatero es justa.

Para la derecha caben dos respuestas sobre el asunto de los impuestos. La liberal auténtica, muy escasa a pesar de todas esas tonterias del pensamiento único y demás, cree en la existencia de un estado mínimo cuya única función es la seguridad. Por supuesto, esto se expone de acuerdo a criterios de libertad individual y falta de coacción pero el hecho de que sea la seguridad pública, y no la educación o la sanidad, el resguardo del estado presenta la idea de una ideología de dominación: el orden público acaba siendo un asunto del mantenimiento del status quo de la oligarquía. Así, el pensamento liberal auténtico, aparentemenete tan amante de la libertad, lo que acaba defendiendo es una dictadura social de facto de la oligarquía económica que busca en el estado su fuente exclusivamente represiva para sus intereses. Pero, no nos engañemos, esta idea es mínima entre la derecha ya que implica, también, un esfuerzo teórico que no se está dispuesta a hacer. Pues la que prima, y Esperanza Aguirre sería un ejemplo, es la de un estado contratista de lobbys. Efectivamente, para la derecha actual los derechos ciudadanos son coartadas de un estado que a través de contratos millonarios –defensa en EEUU, sanidad y educación en España, siempre más provincianos- genera una red de clientelismo político y económico. Por eso, la derecha siempre puede bajar impuestos, especialmente los directos pues los indirectos o los sube o los mantiene, pues las empresas contratadas para cubrir la ausencia de un estado fuerte -en España la Iglesia Católica en educación, por ejemplo- pueden hacer un dumping social en relación a la administración pública haciendo que sus trabajadores cobren menos y trabajen más horas y resulten por ello más rentables. Pero precisamente en esa rentabilidad a costa de sus empleados se demuestra la idea que la derecha tiene de los derechos ciudadanos. Y además, al situar servicios privados subsidiarios, para los que no pueden pagarlos, y servicos privados principales, para aquellos que sí, niega de hecho que los ciudadanos tengan derechos, pues vincula el ejercicio fectivo e igual de los mismos a la producción de una renta determinada, es decir: a poder comprarlos.


¿Y la autoproclamada izquierda? Su idea de impuesos y estado es curiosa, cuando menos. Por una lado, está la idea de los impuestos como una redistribución de la riqueza y por otro, el estado asistencial. Ambas ideas parecerían progresistas, pero, sin embargo, son falsas fundamentalmente por sus consecuencias. La idea de la redistribución de la renta es una idea según la cual los impuestos lo que pretenden es crear una justicia distributiva de acuerdo a un principio de igualdad. Sin embargo, la idea parte de una peligrosa concepción del estado: el estado como Robin Hood justiciero a posteriori. Así, el estado se transforma ya no en un garantizador de derechos, sino en un guardián cargado de una ideología concreta que, sin embargo, no aplica: la redistribución nunca afecta a la política económica estructural previa al impuesto sino a posteriori, sobre la renta ciudadana. De esta forma el estado de izquierdas –uy, de izquierdas- parece no preocuparse de cómo se consigue esa diferencia que luego busca subsanar y es ahí donde se destapa ideológicamente. En realidad, compra el silencio pues el estado deja de intervenir en las relaciones sociales donde tal vez los derechos ciudadanos estén en juego a cambio de su afán recaudatorio. No se trata ya de garantizar, por tanto, los derechos básicos, donde el estado sería subsidiarios frente a ellos, sino de situar al estado como protagonista social pero a posteriori de la acción económica. Por ello, una cosa, la redistribución que nunca se da, lleva aparejada la idea del estado asistencial que consiste en un ente que ya no actúa de acuerdo a derechos de los ciudadanos, sino al libre arbritrio de su buena voluntad. Por eso, este estado, como es la idea de Zapatero y cada vez más creciente entre la izquierda, se acaba convirtiendo en un “papá estado” que cuida de los individuos pero al precio, carísimo, de su conversión en gran hermano. Y aquí se vislumbra el sentido autoritario que del estado tiene la izquierda, pues no es la garantía del respeto a los derechos ciudadanos lo que marca su acción sino la gracia que el propio estado se concede para actuar. Y ello queda claramente reflejado en como la izquierda nunca señala como prioritaria la eficacia de dichos servicios estatales –lo que implicaría a su vez tocar a la casta funcionarial- sino su gratuidad como si la misma no fuera en realidad el pago por adelantado que los propios ciudadanos han hecho para garantizar sus servicios. Así, tanto énfasis en la gratuidad y universalidad señala la idea de una autoproclamada izquierda que considera el servicio público como si fuera una gracia concedida y no un derecho: no os quejéis, es –falsamente- gratis. Y el estado así se aroga el derecho de su concesión sin necesidad de esgrimir a cambio eficacia alguna.

Pero entonces, ¿impuestos para qué? Precisamente lo que decíamos al principio viene ahora a juego. Si los ciudadanos tienen derechos por el hecho de serlos resulta una consecuencia lógica que el estado sea el encargado de llevarlos adelante. Es decir, la función del estado es subsidiaria a los derechos del cludadano y él mismo se haya no como un ente del cual deben emanar estos derechos, sino como un ente cuya función, no tal vez la única pero sí una de las primordiales, sea no sólo la defensa sino el desarrollo efectivo de los mismos. Así, la finalidad de los impuestos es precisamente esta: generar derechos. Efectivamente, un estado democrático debe tener impuesto precisamente en cuanto una de sus funciones esenciales es desarrollar realmente los derechos de los ciudadanos a través de la creación de una serie de recursos que sostengan dicho desarrollo de los derechos. ¿Y por qué la gente debe pagarlos? Porque el mismo hecho de tener derechos de ciudadano lleva aparejado reconocer los derechos del otro por ser a su vez ciudadano y, por tanto, no la tan cacareada y en fondo cristiana solidaridad sino la justicia social. Ser ciudadano no es solo un derecho, es un deber e implica la obligación de garantizar los derechos de los otros. Y una forma de ello, no la única claro está, es pagar impuestos.

Pero, ¿y la subida de Zapatero? Les avisé que se iban a aburrir. Pero no les dije que en dos partes. Perdonen.

viernes, octubre 02, 2009

LA ESPERADA DECISIÓN: TONTO DEL VERANO 2009

Por fin hemos salido de la incertidumbre. D. Imperialista ha dictado, y como es habitual en él cuando se trata de este concurso, sentencia justa. El Tonto del Verano 2009 es el obispo,igual es más, Martínez Sistach, quien tan vociferante estuvo ante los fichajes del Real Madrid y tan callado ante las también multillonarias compras del Barcelona. Por cierto, el individuo es, ya lo habían adivinado, arzobispo de Barcelona (¿será más que obispo?).

jueves, octubre 01, 2009

SOLICITAR A LA AMPLÍSIMA CLASE MEDIA

Que es este, sin duda, el peor gobierno de la democracia creo que no cabe la duda. Que además de inútil es un gobierno con un grado general de cinismo sin precedentes, pues los anteriores podían ser cínicos pero concretando temas, es también, me parece, claro. Que Elena Salgado es una inútil, evidente. Y que son unos miserables, claro.

Recientemente, y tras negarlo por todos lados, la vicepresidenta económica ha dicho que la subida de impuestos, el lunes espero hablar de ella, recairá en la amplísima clase media. Y el problema es ahora saber, una vez eliminados los poderosos y las SICAV, qué es la amplísima clase media que va a pagar el desastre de gestión –y no la crisis, como se nos quiere presentar-.
Porque si resulta que la renta media de un hogar español es de 24.500 euros (en 2007), hay más de cuatro millones de parados y un 63% de los asalariados cobran menos de 1000 euros: ¿dónde está esa amplísima clase media?

Pero además, lo interesante de todo es cómo se emplea el eufemismo. Hoy mismo, el diario El País, enfadado tras la TDT de pago que esta vez no les benefició, se burlaba del gobierno por ello. Pero le faltaba algo: el empleo general del gobierno de la palabra “solicitar”. Y así solo cabe la pregunta: ¿nos lo solicitan o nos obligan?
Espero ansioso a un fiel militante socialista, pues sé que los hay que aún piensan y están avergonzados, o a uno de esos que antaño tanto defendían a Zapatero para que haga pedagogía. Sería tan bonito.