viernes, septiembre 18, 2009

AGAMENÓN O SU PORQUERO

Aquí no somos muy amigos de Esperanza Aguirre, personaje siniestro donde los haya, pero nunca hemos dicho que sea tonta. Como Zapatero, es sólo miserable. Su reciente propuesta de convertir a los profesores en autoridad pública está cargado de razón. Que la autoproclamada izquierda, la misma por cierto que ha destrozado lo que podía haber sido la educación en España, se meta con ella incluso debería ser un argumento a favor de la lideresa ( en autoproclamación).

Sin embargo, que un amplio grupo de periodistas tertulianos consideren que ese reconocimiento de autoridad -que aunque necesario sólo serviría para procesos judiciales en cuanto a mayor pena por agresiones o, algo aún más necesario y menos publicitado, que el testimonio valga más en juicio- es un remedio para la educación española, y en concreto para el problema real de la disciplina en los centros escolares, sólo demuestra su ignorancia del problema y, paradójicamente, el porqué les pagan para (uni)formar opinión pública. Los males de la educación tienen, en realidad, más que ver con una gestión administrativa de la enseñanza, de la que por cierto la lideresa debe estar muy orgullosa pues hace poco les subió el sueldo a sus directores de centro escolar mientras exigía la congelación del sueldo del (resto) funcionariado, que de leyes, necesarias repetimos, que sólo poseen ámbito judicial. Pero por supuesto ni la derecha real ni la autoproclamada izquierda tienen interés en esto.

Hay un dicho clásico: la verdad es la verdad la digan Agamenón o su porquero. Y aquí pretendemos un compromiso con la verdad. Por eso consideramos que la ley que promueve Esperanza Aguirre es buena y mostramos nuestro apoyo. Sin embargo, dudamos que Aguirre se reconozca en un porquero –ossssea, no-. Así que es bueno recordar que el mismo Agamenón sacrificó a su hija Ifigenia por la gloria.

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